19 jun 2007

Heráclito

Se agachó, y cuidando de no mojar su túnica sumergió con ansiedad las manos ensangrentadas.

Había venido corriendo hasta la orilla. Un viejo ermitaño le aseguró que ese río tenía la facultad de renovarlo todo, cambiar constantemente, dejar el pasado atrás, definitivamente. Nada sería como es, ni volvería a ser.

La corriente se escapó entre sus dedos durante mucho tiempo. El frío del olvido subió por sus brazos y le acarició el alma con una promesa.

No sentía ya las yemas arrugadas cuando se levantó por fin, salpicando la túnica con el agua turbia, con la sangre, aún intacta entre sus manos.

6 comentarios:

Aretino dijo...

Buenísima historia. Buen cuentobreve

Iván R. Sánchez dijo...

Se me escapan las palabras, atrapo una como el papel envuelto de un mensaje, dice: "Bello".

Alejandro Serafín dijo...

Solémne!

Jaime Diaz dijo...

Mi querida Nimph ha llegado...

Maya dijo...

Me gustó muchisimo. Tiene algo que me atrajo.

Pero.. quien es Nimph?

Anónimo dijo...

Siempre pienso en que hay que tener mucha habilidad para escribir de manera corta.

Cautivante...

Saluditos

Wendy