-Two coffee cups with a delicious taste and a excellent session sex at the morning (Who said that stars can only touch at night?). So, tell me, what more can i do for you?
-Today? Nothing, thanks, you are very complacent and i´m grateful for that. now you gotta go to work, come on hurry up.
While Sack was getting ready to leave, Susan thought about the speech of his husband. She was agree about coffee, but about sex, not really.
When Susan was alone, she called a old friend from the college. His name was Gianlucca, yes, you´re right, he was italian. If you did this deduction, you can rest assured you surprised me. You are very clever.
Well, we must come back to the story.
She told him about her marital issues, so, he asked her to get out to enjoy a coffee.
And she answered with a rotund NO. And she add - I need another thing, actually, I´ve gotten enough coffee for today.
4 sept 2009
Coffee and Sex, the perfect mix.
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Temas: Alejandro Serafín, Amor, café, coffee, cuento, infidelidad, infidelity, inglés, regreso, sexo
14 sept 2007
Nosotros callaremos para siempre
Cuando escucho su nombre siento cómo el deseo se apodera de mis venas y cuandoLa mujer que está frente a mí es Mariana, la catequista de mi iglesia, y debo confesar que mantengo un amorío con ella. El hombre que está a mi derecha es Jesucristo y confieso que lo he traicionado.
ese deseo es demasiado fuerte no tengo más remedio que la de unir mis manos y
rezar
La unión fue inevitable y si ustedes, hijos míos, conocieran a Mariana me concederían razón, ya que ella es la mujer más bella en cuerpo y alma que he conocido, si la vieran desenvolverse ante los niños preparándolos para su primera comunión se darían cuenta la bondad de su corazón.
La unión es inevitable pues debemos mantener las apariencias, sin duda yo seré hombre por siempre y ella será mi mujer muy a pesar de cualquier circunstancia. Puedo jurar ante este altar que aquella mujer me hace caer en pecado sin sentirme culpable pues al estar tan de cerca a ella logré ver cada rincón de aquel paraíso del que nuestros primeros padres fueron expulsados, conocí el blanco y el negro en sus ojos. Nuestros encuentros han estado más allá del bien y el mal. Yo he sido el hombre más feliz y no he podido ni quiero salir del profundo y hermoso abismo en el que me adentré mientras ella me ató a sus dilatadas pupilas.
Mariana camina hacia mi y el rojo de la alfombra contrasta y le sienta siempre bien, sin duda verla comer de mi mano y beber del vino que domingo a domingo le ofrezco me apasiona y me hace olvidarme que se trata del cuerpo y de la sangre de Cristo.
Yo soy el Padre Joaquín y el hombre que está a mi derecha es Jesucristo, la mujer que está frente a mi es Mariana, la catequista de mi iglesia y el hombre que está a su derecha es el que en este preciso instante será su marido y si alguien tiene un impedimento para que se lleve a cabo tan despiadada unión que hable ahora o que calle para siempre.
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Temas: Alejandro Serafín, Amor, Religión, Traición
30 ago 2007
Escala de grises
“Esa noche, ella apareció puntualmente como era su costumbre y por primera vez
me besó y juntos viajamos a ese mundo de colores.”
Diariamente se postra inmóvil en esa esquina junto a la ventana, siempre acompañada por el rayo de sol que desde otro mundo escapa para reflejarse en la luna de la noche. Y como si ese rayo supiera o deseara entrar por mi ventana, viaja desde tan lejos sólo para iluminarla a ella.
A media noche cuando ella llega a mi alcoba, trago saliva para no gritar, me abrazo fuerte para no sentir el frío, la miro a los ojos con discreción y de mis ojos nacen dos lágrimas que no mueren azotadas en el suelo que ella no pisa… se quedan quietas en mis ojos un poco asustadas y temerosas de mojarla.
Puedo ver su lánguida y flotante figura. Un cuerpo, por llamarlo así, de una joven que fue hermosa en otro tiempo y en otro espacio, una joven que se muestra aún más hermosa ante mis ojos en mi espacio y en mi tiempo. Una joven que lamento no haberla conocido antes. Alguien a la que no conocía hasta ahora que habito lo que seguramente alguna vez fue su hogar y hasta ahora que duermo en la que seguramente también fue su cama.
¿De quién podría ser esa delicada figura? Es un fantasma que no asusta, transparente como la lágrima que se estanca en mi mejilla, silenciosa como el grito que no resbala… ella, indiferente al aire frio que respiro en su presencia. Ella, insensible a mi voz que aun no se ha atrevido a hablarle. Imploro en silencio que se aparezca, que vuelva de ese otro mundo idéntico en escala de grises y marcas de agua, ese otro mundo de las almas que navegan cinco centímetros por encima del pavimento, que vuelva del mundo de aquellos que por su mismo pesar vuelan muy pero muy lejos del cielo.
Ya son ciento sesenta y siete días desde la primera vez que apareció en mi alcoba y al parecer me he acostumbrado sino es que hasta enamorado a vivir con ella. Transcurren los días, las horas y sólo pienso en ella y deseo de una manera sobrenatural el momento en que ella aparezca. Es verdad, la amo.
Es media noche y en mi corazón nace el deseo de viajar con ella, quiero ser como el rayo que viaja desde lejos para iluminar su rostro, quiero estar y ser de ella por una eternidad, lo quiero porque mi mundo sin ella es más gris que las mismas tinieblas.
Ella, apareció puntualmente como era su costumbre y por primera vez me besó y juntos viajamos a ese mundo de colores.
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Temas: Alejandro Serafín, Amor, color, escala de grises, fantasma
15 ago 2007
Mayahuel
“Embriagada por culpa de su insípida inocencia,
confundió el dulce sabor de un temprano amor con el amargo sabor de su
trágica impaciencia.”
Fabián llegó montado en su caballo blanco a la puerta del polvorín en el que aguardaba con ilusiones Mayahuel. Su camisa de algodón desabotonada dejaba ver una cadena de plata en la que pendía su fe, llevaba consigo su sombrero, su fuete y un cuerno hasta el borde de la bebida que llamamos pulque.
Después de muchos tragos, Mayahuel, embriagada quizás por una extraña fiebre provocada por el calor e inquietud natural de su edad, mezclada también con los propios del mes de julio, continuaba bebiendo de aquel elíxir mexica que hacía ver visones y hablar en náhuatl.
Se habla de un color y un sabor muy similar al de la bebida ritual, mágica y espirituosa de nuestros antepasados, aguamiel que se extrae de la flor del maguey, esa que embriagó y sometió a los conquistados. Hoy hace de Mayahuel lo que hizo con ellos, hoy escalda su lengua, embriaga su mente, somete su alma y conquista su cuerpo.
Fabían dejó a Mayahuel sucia e inconsciente, recostada por no decir tirada en la tierra frente a la cortina de su casa y mientras la madre abría la puerta, caballo y hombre huían.
–¡Por Macuiltochtli Santo! ¡Mayita, pero qué te han hecho!
Hoy, el roble feroz y blanco del hacendado exhortó a la niña a ser parte de él, embriagada por culpa de su propia inocencia, traicionada por el amor y la confianza que brindó al güero de ojos verdes, permitió que confundiera el dulce sabor de un temprano amor con el amargo sabor de su trágica impaciencia, y más aun de la impaciencia de aquél hombre blanco hambriento de piel morena que no hizo más que fecundar con su fermento extraño y podrido a aquella pequeña niña mexicana.
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Temas: Alejandro Serafín, Conquista, Mestizaje, Mexicana, Mexico
30 jul 2007
Entre niña y mujer
Puede ser cualquiera lo sé, pues después de tantos largos años no bisiestos, en una ciudad tan grande como ésta, hacen que este evento sea algo irreal.
Su rostro puede ser un rostro más de esos tantos miles que se muestran ante nuestros ojos andando por la calle. Puede ser uno más de esos que vemos mientras uno viaja en autobús o en subterráneo, o quizás sea uno de los que pasan polvorientos en viento rosa mientras uno espera sentado en la alameda con una flor a aquella que llegará en cualquier momento.
–¡Patricia!– grité ímpetuosamente como si tuviera la certeza de que se tratase de ella, muy a pesar mío, no recibí respuesta.
Seguí caminando tras de ella no por manía sino por necesidad, pues nuestro camino era el mismo que el de los otros cincuenta traje-sastre que iban a nuestro lado.
Mientras caminaba recordé aquellas aventuras que viví acompañado de Carlos y Diego. De pronto recordé, sin mucha niebla, el día en que mis amigos y yo decidimos sobrepasar los límites de nuestros 11 años e ir tan lejos como nos lo permitieran nuestras cortas piernas. Estábamos cansados de descubrir que el color de las bragas infantiles era siempre el blanco. Nuestro objetivo estaba claro: descubrir el incógnito color de las bragas Patricia, nuetra jóven maestra.
– o –
Patricia, una jóven de diecinueve años quién era nuestra maestra de inglés, se mostraba siempre atenta a nuestros recurrentes partidos de fútbol y en los que más de una ocasión le dedique el gol del gane: ella a cambio me regalaba un beso en el viento, de esos que nacían en la cintura de su falda para viajar por dentro de su cuerpo y en el tronar de sus labios e impulsado por un moviento suave de su mano salía expulsado de su boca y aún con su perfume flotaba por el aire hasta llegar a mi mejilla.
No dudo que aquella maestra tan hermosa y tan cercana a nosotros halla sido el gran sueño de muchos de nosotros.
–o–
No pude más e invadido por el deseo de la certidumbre, me paré frente a ella, la tomé por los hombros y dominado por el respeto y la costumbre infantil de nombrarla, pregunté –¿Miss Paty?– ella despojó la blanca y seductora música que llevaba en los oídos y con una sonrisa me contestó
–Si, soy yo, aunque no me llaman así desde hace muchos años– pude notar en su cara que era verdad lo que decía y me ruboricé ligeramente, ella continuó con la pregunta temida de que quién diablos era yo.
–o–
Carlos nos manifestó su plan –Te colocarás un espejo en el zapato, eso nunca falla y mientras las maestra revisa el libro de Diego, tú introduces tu pie discretamente entre sus piernas y listo, el reflejo nos revelará la diferencia entre una niña y una mujer.
–¡Son rojos! – Exclamé, según yo, muy por dentro –¡Son rojos! – aunque seguramente algo de emoción salió por mi boca al descubrir la gran diferencia entre niña y mujer.
La maestra volteó alarmada y descubrió nuestra jugarreta.
–¡Diego y Sebastián, salgan en este preciso momento del salón! – gritó Patricia y salió detrás de nosotros. Tiró un sermón del que no entendimos más que aquella parte en que nos decía niños precoces.
–o–
No fue fácil explicar quien era yo... pues cómo explicarle que yo era el niño que a los 11 años miró sus bragas nada pero nada infantiles.
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Temas: Alejandro Serafín, Colegio, Infantil
28 jun 2007
Embarazada de ti
Natalia, sentada en la cama dándome la espalda, me observaba fijamente y de frente con ayuda del espejo y de una refracción perfecta para ver mis ojos y esperar el momento en que yo los abriese para darme la noticia.
-¡Estoy embarazada!- gritó sin ahorrarse un poco de felicidad y dicha, toda ella iba exhalada en ese grito. -¡Estoy embarazada y de ti!- añadió con mayor fuerza.
A decir verdad, no me extrañaba la noticia pues Natalia conocía muy bien sus días fértiles y era ahí cuando se escapaba para llegar al departamento y en él no hacíamos mayor cosa que esa labor incesante, un vaivén vertiginoso de nuestros cuerpos y un derroche de proteína de mi parte, por lo que Natalia me aconsejaba que acompañase mis comidas con un puñado de cacahuates, pues para cumplir con esos deberes se necesitaba mucho cacahuate.
****°****
Natalia vivió su embarazo como la mujer feliz que era. Sus largas piernas, su vientre crecido y sus senos cargados la hacía verse más bella y con mayor gracia. Siempre fue hermosa: lo era cuando joven en la facultad y ahora sería aun más hermosa como señora y como madre... qué desgracia no haber podido disfrutar estar a su lado tanto como yo hubiera deseado.
Los meses que tuvieron que pasar, pasaron. La noche llegó y con ella las dolorosas contracciones. Nada estaba prevenido pues se esperaba que pasaran dos meses más para el nacimiento.
La maravillosa dilatación de la entrada a su vientre permitió que aquella criatura saliera de la panza de su madre sin mayor obstáculo... y eso hacía aun más especial a aquella niña que yo llamaría Sofía.
****°****
En el hospital, a la mañana siguiente del nacimiento, me paré frente a la gran ventana del cunero, aquel escaparate de bebés que parecieran estar en venta, y me percate que aquella niña era hermosa y auguré que sería muy inteligente y muy exitosa. Una niña que sería orgullo de aquellos a los que llamaría padres.
El sueño de Natalia y mío se había cumplido: la niña ya tiene mis ojos y con ellos vería al mundo como yo lo veo. Y ahora, esa inteligencia se sumaría con la belleza de su madre.
Una vez estando a solás con Natalia, le dije -No te pido nada, sólo te pido que lleve el nombre de Sofía, espero que te agrade tanto como a mi.
La mirada interrogativa de Natalia me pidió que continuara y que abordara el tema que a ambos convenía, así que concluí diciendo -No te preocupes, me conformo con que me llame tío ya que padre le tendrá que llamar al que hoy es tu marido.
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Temas: Alejandro Serafín, Amor, Embarazo
11 jun 2007
Color a Chocolate
El General Díaz fue desterrado a Francia en donde lo aguardaban con los brazos abiertos.
Ya sin él, se desató una desenfrenada hambre de poder que recorría el país de norte a sur dándole a la sangre la facultad de teñir a la tierra del color que más le placiera. Hijos de un mismo pueblo apuñalándose, fusilándose, hiriéndose y matándose entre sí, ¿Cuál será el motor inhumano para matar a un hermano?
Eduardo estaba ahí, hambriento, mugriento, lleno de polvo y tierra, con la suciedad hecha costra y la sangre-viva, esperanza.
Guadalupe, con sus enaguas alzadas para poder navegar con mayor facilidad entre tantos cuerpos: unos tantos estaban vivos, otros, un tanto agónicos y otros muchos, muertos, iba en busca de un hombre del cuál ni siquiera sabía su nombre, recordaba sus ojos sólo por la noche que los tuvo muy de cerca frente a los suyos.
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Ya sin un objetivo claro por el cual luchar, con una falta de paz en el alma y una guerra abundante que se le veía en el cuerpo, Eduardo exhortó a un corazón herido a hacer un labor sobrehumano para seguir latiendo. Su cuerpo parecía estar untado con una sustancia color a chocolate, pero el aroma a muerte decía en sus notas que esa consistencia negruzca era la tierra de la que injustamente no somos dueños mezclada con una sangre que si es nuestra y que duele.
Entre gritos de agonía andaba Guadalupe, con la quijada firme y una entereza celestial. En el suspiro de sus ojos se podía ver la fortaleza de su alma y de su fe. Una mujer de corazón bravío y de sutil belleza, con un cuerpo labrado en fina madera, con el color fuerte y con el brillo resplandeciente. Su piel, sin duda, era caoba.
Guadalupe, en un evento casi milagroso, observó a aquél hombre con vida entre los muertos y sin pensarlo se dirigió a su lecho para estar con él, pues podría ser la última vez que lo sintiera.
Esa mujer, ahora si, con el alma hecha un harapo pero con el corazón desbordado como una máquina de vapor, se acuclilló al cuerpo de aquél hombre emborrachado de emociones y con una cierta destreza que sólo el amor puede dar, pasó su mano izquierda por debajo de la nuca de Eduardo, para sostener su cabeza y tenerlo más de frente.
El destino hizo justicia y una vez más los mostraba juntos, esta ocasión era el quién estaba entre sus brazos y asu total disposición. Sin oportunidad de evitarlo, Eduardo rompió en llanto como implorando perdón, ella no hizo más que limpiar y besar su frente en señal de perdonarlo.
Guadalupe, sacó el puñal que llevaba entre las enaguas y apuñaló sin misericordia hasta matar a aquél criminal que le destrozó la falda, la blusa y consigo, el corazón. Apuñaló con enfado hasta hacer los suficientes agujeros como para verter lo poco que le quedaba de sangre a aquél hombre que soñaba con una revolución que sólo le dio más hambre y más pena.
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Temas: Alejandro Serafín, Conquista, Mexico, Revolución, Sangre