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27 dic 2011

El mejor cuento jamas escrito

En el vasto silencio de una larga noche, vino a mi una musa sonriente, con su vestido de versos y sus cabellos de historias, sus labios de poesía y su mirada encantadora.
Se sentó suavemente en mi cama y me susurró en la mente palabras de inspiración. Su olor me embriagó con perspicacia y su mirada me llenó de coraje para escribir.
Me senté en mi escritorio y las palabras fluyeron de mis manos, mis ojos observaban las palabras con sorpresa y admiración, pues mi mente creía contemplar los escritos de un extraño.
Yacía frente a mi el escrito más completo jamás escrito, la mejor historia jamas relatada. Una historia que hablaba de espadas y caballeros, de pasión y desenfreno, de locura y de romance. Y allí, mientras los dragones revoloteaban a mi alrededor y las princesas esperaban en sus lúgubres torres a ser rescatadas, logré encontrarme conmigo mismo en mi mente. Mientras audaces guerreros se adentraban en mazmorras en busca de riquezas y gloria eterna, me di cuenta de que la vida es corta y la idea de la eternidad ha perdido el sentido un nuestro mundo. Sentado frente a esa mesa mientras mi manos seguían sorprendiendo con aquel relato fantástico, leí también sobre tristeza infinita, sobre decepción y melancolía, de desamor y decadencia, de sueños rotos, desilusion y desesperación. Leí de sueños rotos, del amor que nunca fue y del que creyó ser y dejo de serlo. El relato me habló del vacío, la oscuridad y la soledad, y allí me hallé, acurrucado en mis temores, intentando protegerme bajo un escudo de falsa seguridad. Me vislumbre tal y como soy, vació y carente de sentido, contemplando todo con un deprimente desdén. Me di cuenta de que era presa de querer vivir como lo hacen los demás y que al mismo tiempo consideraría una penuria la simpleza del pensamiento promedio. Logre ver que el vació en mi interior necesita de alguien que me enseñe a llenarlo, pues mi cerebro se había acostumbrado a su fría existencia.
En medio de aquel gran texto vi relatada mi vida y otras miles, como si el escrito fuera un poema a la vida misma y cada letra se irguiera llena de grandeza. cada letra era una historia en si misma que relataba una cascada de emociones desde su nacimiento al salir de mi pluma hasta quedar plasmada e indeleble sobre aquel papel. Así mismo cada oración de aquel relato reflejaba emociones encontradas y me di cuenta de que sólo en mis escritos podía ser yo mismo. De que cuando la pluma se encontraba en mi mano podía ser yo sin temores.
Me detuve un momento a contemplar aquella sublime creación. No pude contar el numero de paginas ni de oraciones, podrían haber sido miles o solo dos, pues me encontraba ya demasiado cautivado por su contenido. Miré a mi musa con los ojos ahogados en lagrimas, mientras le imploraba por un final, aún sin haber comprendido del todo la magnitud del relato. Ella me sonrió y señalo mi mano. Bajo ella estaba el fin.
Caí de rodillas al leerlo.
Era un final lleno de revelaciones y epifanías, misterio y dudas, pero sobre todo lleno de reflexión.
Poseído por una locura producida por tantas sensaciones me puse en pie y me arroje sobre el lugar donde una vez estuviera mi musa, pero no había nadie. Una ventana abierta al horizonte en las alturas era la única testigo de una huida perfecta. Presa de una adicción descontrolada, intenté posar la mirada nuevamente sobre la historia, pero sobre la mesa no había nada. En medio de mi locura logre comprender que aquel relato no estaba destinado a pertenecer al mundo de los hombres, que el mundo real jamás estaría listo para comprender su magnitud y que debía dejarlo ir, pero la desesperación era demasiado grande en mi interior y me llevo a lo impensable. Me arrojé tras la musa ladrona, presa de la necesidad. Y mientras caía por aquel infinito vació, tan solo comparable al que hubiese descubierto en mi mientras leía el relato, me pregunte quien era yo y no me pude responder. Mientras caía me pregunté si yo era real, ¿y que tal si todos somos personajes en un gran cuento? ¿como estar seguro de la realidad?
Me levanté sudando en mi cama sin saber muy bien que creer. Lleno de preguntas como siempre, queriendo siempre saber el porque. Recordé el sueño y no pude evitar reír, pues reposando en las manos de una encantadora ninfa, en algún lugar de mi lúgubre, confusa y laberíntica mente, lejos del alcance de cualquier mortal, esta el mejor cuento jamás escrito.

19 nov 2010

Aún me cuesta creer,

Aún no se porque la recuerdo cada mañana cuando me levanto.
Aún no se porque siento tantas cosas en mi interior cuando percibo algo que me hace recordarte.

Aún me parece que hubiera sido ayer, cuando en medio de una plaza soleada, rodeados de gente y comendo helado, nos comprometimos y juramos por enésima vez amarnos por siempre.
Aún sigo pensando que esos juramentos son para los niños y los tontos.
Aún recuerdo como nos casamos en mitad de la noche, a la suave luz de la luna y las estrellas, tu sutilmente iluminada por un par de antorchas, con un hermoso vestido corto, para nada tradicional, de un color blanco que casi brillaba con luz propia, superando en hermosura y esplendor a la luna, admirada por todos los asistentes a la ceremonia e idolatrada por mi. Recuerdo como nos pidieron que nos besáramos y como nos abrazamos emocionados.
Aún me pregunto que sentía en ese momento.
Aún puedo percibir la sal en el aire de aquel paraíso tropical al que fuimos de luna de miel, en esa playa privada, en aquel hermoso yate que te di de regalo de bodas. en todos los pequeños detalles que tuvo aquel viaje, el marinero que se cayó al mar, los animales de la playa, el nadar con delfines y el bucear junto a tortugas. Todo parecía tan perfecto.
Aún no puedo creer lo equivocado que estaba.
Aún me duele recordarte en esa sucia cama, que esta llena de lujuria y tristeza, melancolía y desesperación, donde te vi en brazos de otro hombre, te vi feliz, y no te dio nada reconocer en mi cara que había sido desde hacia mucho. no sentiste nada al destruir cada parte de mi ser con tus fríos comentarios, cuando con cada uno de ellos atacabas un lugar distinto de mi corazón, haciéndolo caer hasta el más profundo pozo de desesperación. Quedé tan lastimado que pensé en acabar con mi existencia, un día desperté en un lugar desconocido, solitario y lleno de la tristeza de tu recuerdo, que parecía poco mas que un sueño.
Aún me parece que hubiera sido ayer, que lo hice.
Aún me resulta difícil de creer, que en aquel lugar que me resultaba desconocido, me asomara a una ventana para descubrir que me encontraba en un sexto piso, y luego, con tu recuerdo hirviendo en mi mente, tal y como lo hacia mi sangre en aquel casi insignificante instante, me lancé de cabeza por la escalera.
Aún me parece mentira de repente recordar aquel lugar que me habia parecido extraño y llamarlo casa.
Aún me parece ilógico, que dejara de recordarte tan claramente y empezar a asociar mi casa con mas y mas eventos y personas.
Aún no se porque al momento de caer, cuando lo último que alcancé a ver, fue un para nada sorprendido joven en la calle, y en el justo momento en que me fundía con algo mas grande, así como me fundía al pavimento, me di cuenta de que tu, no eras tu en realidad.
Aún no creo que no hayas sido mas que un producto de mi imaginación y de mi torcida mente, que te cree durante años y te aloje en mi subconsciente, que alimenté tu ser, con historias durante mis sueños, que mi locura me hizo de dudar de mi realidad y pensar que tu si lo eras, y que al final, yo te cree, y tu me destruiste.
Si, Aún me cuesta creer.

25 mar 2010

Es muy curiosa

Es curioso como son las cosas. Es muy curioso que ella percibiera aquello de esa forma.

En la oscuridad de una calle ella mira lejos.
En la penumbra de la noche se corazón encuentra un consuelo. Con una nota entre las manos y una mirada perdida, echa al viento un sollozo y una lágrima de rabia reprimida. Su mente sabe que no hay vuelta atrás, pero su corazón se niega a aceptarlo, y allí, en presencia de la soledad y el viento como su testigo, ella se jura olvidar. hace a un lado tristeza, hace a un lado dolor, hace a un lado el resentimiento y prefiere perdonar.

En la oscuridad de esa calle solitaria ella lo ve entrar a su casa.
Sonriente y alegre, abrazando a aquella que hizo todo pasar. vuelve el dolor, vuelve la tristeza y llega algo nuevo. Ella procura no pensar, aunque la cruel realidad la golpea cada vez con mas fuerza, mientras una delicada y pequeña lágrima se resvala por su mejilla mientras intenta no llorar, pero aquel dolor inmenso no la deja de perturbar.

Del otro lado de esa triste y oscura calle, se esconde un paisaje hermoso.
Abierto solo para un corazón herido de muerte, un lugar que hace olvidar todo, un lugar de descanso, una promesa de un mejor mañana, que se haya a solo un salto del alma, donde no habrá dolor donde no habrá tristeza, donde no se perturbaran los corazones, un lugar tan bello, pero que solo alguien tan triste puede entender así.
Ella se entrega a aquel deseo que llegó a su corazón y a la promesa de aquel maravilloso lugar y con una alegre expresiòn en sus labios, a solo ese salto de cuerpo y alma, llego a su destino.

Es muy curioso que las percepciones cambien con las situaciones. Alguien triste solo busca descansar.
Es muy curioso que al día siguiente saliera en las noticias una pequeña reseña sobre una joven de 18 años había saltado por un precipicio frente a la casa de su ex-novio.

Es curiosa la vida. Es muy curiosa.

26 may 2009

Un sueño eterno

No me moví, sé reconocer cuando algo raro pasa.

Ella se acercó a mi lentamente, con la respiracion entrecortada. La detallé.
Tenía un vestido blanco que le ceñia bastante bien, habia dejado los zapatos al borde de la cama y caminaba descalza, con sus blancos y hermosos pies tocando el suelo. Su pelo castaño le caia en suaves rizos sobre los hombros y sus hermosos ojos me miraban suplicantes y con deseo a la vez.

Detallé la habitacion en la que estabamos en un intento por distraer mi mente.
Era un precioso cuarto, aparentemente de la suit de un hotel bastante lujoso. Las paredes eran blancas y con varias ventanas que mostraban un lindo paisaje nocturno. El piso, blanco también, reflejaba casi a la perfeccion las luces y los objetos de la habitacion... era como agua. La cama fue lo ultimo que observe detalladamente, pues no hacia sino avivar mi deseo, estaba cubierta de petalos de rosas y al lado, sobre una mesita de noche, descansaba una botella de vino tinto por la mitad, con dos copas vacias a su lado.

Clara me rodeó con sus brazos y me beso el cuello provocativamente, yo inspiré aire profundamente, intentando aclarar mi mente, con recuerdos pasando rapidamente dentro de un cerebro que suplicaba por algo de logica.
Recordé el accidente automovilistico que habiamos tenido por mi culpa, recordé el llanto de sus padres y del resto de su familia, que no hacia sino empeorar la situacion, recordé la soledad y el vacio que habia sentido al recuperarme del coma y verla a ella perdiendo la batalla... viendo como la vida se le escapaba a cada segundo que pasaba... pero ahora, en esos momentos, en ese cuarto... todo el dolor habia desaparecido.

-¿en que piensas?- preguntó ella.
hice silencio durante unos instantes.
-en que no quiero despertar-respondí al fin
-Max... si no despiertas, no puedes venir conmigo-me dijo- amor, viviremos un sueño eterno.
y plantandome un beso desapareció.

Desperté sudando en mi cama...
El desordenado cuarto alquilado en el que vivia ya comenzaba a oler mal. Aún recordaba el vívido sueño que habia tenido. Me acerqué a la mesa repleta de basura casi sin pensarlo y tomé un cuchillo sucio de ella.

"Max... si no despiertas, no puedes venir conmigo"

Apreté el cuchillo con fuerza y me lo clavé con firmeza en el ventre, luego lo deslizé hacia arriba.
Mientras me desplomaba sobre la mesa, me parecio ver la borrosa silueta de un joven de unos diecisiete años recostado contra la pared. mientras me sumia en la inconciencia, me parecio esccuchar pasos que se acercaban a mi, e inmediatamente que algo me rozaba la frente.
pero eso no me importó... solo algo me importaba en ese momento:

"amor, viviremos un sueño eterno"

24 ene 2009

La melodía

El ulular del viento le hizo dar un respingo.

Eran las 3 de la madrugada y estaba muy oscuro.
Mecánicamente se asomó por la ventana por enésima vez. Contempló la calle desierta, las grises casas se alzaban melancólicamente al otro lado de la calle.

EL vendría.

Escrudiñó cuidadosamente los arbustos del jardín, pero, una neblina aparecida de la nada, le dificultaba la tarea.

EL estaba cerca.

Un escalofrío recorrió su descubierta espalda y le hizo darse vuelta. Examinó la oscuridad al otro lado del marco de su puerta. Debió cerrarla cuando pudo, aunque no hubiera servido de mucho.
Acurrucado en su cama, indefenso, con un pantalón azul claro de tela ligera y lleno de miedo, Jhon se pegó a la pared, resistiendo ese infantil deseo de cubrirse la cara con la sabana y llamar desesperadamente a su madre. Estaba solo y debía enfrentarlo.
Sus ojos distinguieron algo moverse la oscuridad de la puerta. El pánico se apodero del cuerpo de Jhon. Un suspiro salio de su boca en un vano intento de gritar.

EL estaba en la casa.

El piano de la sala comenzó a sonar una lúgubre y conocida melodía, acabando con el silencio del ambiente. Un grito de terror lejano inundo los oídos de Jhon, que cerró los ojos con fuerza en un vano y estúpido intento subconsciente de protegerse.
De pronto el aire comenzó a hacerse pesado y el frío inundó la habitación, pero no fue eso lo que hizo que Jhon comenzara a temblar. El muchacho acababa de sentir que alguien se sentaba en el borde de su cama.

Jhon se despertó sudando frío, recordaba la horrible pesadilla que había tenido. Era de noche y estaba acostado en una cama blanca, en un solitario cuarto de hospital, la puerta de entrada estaba cerrada.
-que pesadilla tan real-suspiró Jhon.
De pronto las luces del hospital se apagaron.
Se hizo un silencio absoluto durante unos instantes, pero de pronto una tétrica, pero conocida melodía de piano comenzó a sonar y la temperatura del cuarto descendió en picado mientras el aire se volvía más y mas pesado. Jhon cerró firmemente los ojos deseando despertar de nuevo. Escuchó como la puerta se abría lentamente, luego sintió como una mano helada se posaba sobre su hombro.

-¿entonces no hay avances?-preguntó irritado el detective Appleton al doctor de turno.
Levaba 3 meses investigando el extraño caso de un chico que cayó en coma una noche, lo encontraron al pie de un árbol en el patio de la casa de un amigo, al lado del cuerpo del chico había una nota que decía: “fue EL”, pero hasta el momento la investigación no había dado resultados.
-no-respondió el doctor- y ayer tuvo otra crisis de convulsiones, la peor hasta el momento. Casi lo perdemos. Las crisis son extrañamente parecidas a ataques de pánico, y es como si estuviera perdiendo la vida con cada ataque, se le nota bastante envejecido, que no salga de nosotros, pero el cabello se le comienza a notar canoso y el semblante cansado y arrugado. Algo extraño en un muchacho de veinte años. Este es sin duda el caso medico mas extraño al que se ha enfrentado este hospital hasta el momento.
-bien, manténgame informado-dijo el detective mientras se daba la vuelta. El medico le noto una marca roja en el cuello al detective.
-oiga, espere-dijo el medico-¿Qué es esa mancha roja que tiene en el cuello?
-no lo se, esta mañana me salio, debe ser una alergia.
-la madre del muchacho dijo que al chico le había salido una marca como esa la mañana del día que cayó en coma- le dijo el doctor-tenga cuidado.

Habían pasado las 2 y media de la madrugada hacia rato y el detective appleton estaba solo en su cada, haciendo investigaciones en su computadora, cuando con un estallido el computador y las luces se apagaron.
-genial, estalló el transformador-dijo el detective mientras se ponía en pie, pero de pronto escuchó una fúnebre melodía de piano dentro de su casa- un momento… yo no tengo piano…
Pero se quedó en silencio mientras un frío se apoderaba de el y caía de bruces al suelo, quieto y sin poder moverse, concentrado en aquel extraño y terrible pavor que le infundía la melodía.

2 dic 2008

"Si yo hubiera..."

Iba caminando lentamente, casi contando mis pasos, pensando en todo y nada, iba divagando entre planes, deseos, rabias y frustraciones, el atardecer que se abría ante mi demostraba la magnificencia del mundo, pero mis ojos estaban cegados por el arrepentimiento.
Yo no podía hacer mas nada que desearla, que querer tenerla a mi lado. Sin embargo, había sido uno de esos amores prohibidos, uno de esos que te mantienen soñando de día y despierto en las noches, uno de esos que hace que respires con el corazón y no con los pulmones, uno de esos que bloque la mente y juega con ella. Y lo peor era que yo lo sabía. Y lo peor era que no me importaba.
La había visto por primera vez en el borde de un río, recogiendo flores, y me había hechizado su sonrisa, su boca, su pelo, su piel. Me había encantado la manera en la cual sus tersas manos acariciaban las flores y hubiera dado lo que fuera para ser una de esas flores.
Lo recuerdo claramente, estaba paralizado, atontado por lo impactante de su belleza, y no me molestaba, sentía que podía pasar el resto de la eternidad contemplándola. Con un repentino suspiro salí de mi mente y me decidí a hablarle, pero fue entonces que él llego, y la tomó entre sus brazos. El alma se me cayó a los pies y con una ultima esperanza corrí a casa de un amigo en busca, no de consejo, sino mas bien de que me dijera lo que yo deseaba oír, pero la crueldad del destino volvió a hacer presencia, y al oír esas palabras una lagrima se resbalo solitaria por mi mejilla. Nunca en mi vida la palabra "casada" había causado un efecto tan devastador, y jamás lo hará de nuevo. Entonces, en lugar de resignarse, mi mente se negó a aceptar la verdad y solo empeoro mi repentina obsesión por esa mujer. Día tras día y noche tras noche no hacia sino desearla entre mis brazos e imaginar que podíamos estar juntos.Hasta que por fin decidí hacer algo, y admito que no fue la mejor decisión que tome en mi vida. Espere a que anocheciera y caminé hacia su casa sin temor, pues la obsesión guiaba mi cuerpo. Viole la cerradura de su puerta, camine lentamente hacia su cocina, tome el cuchillo más filoso que pude hallar y subí las escaleras hacia su habitación. Allí estaba ella, dormida, tan hermosa como siempre, con su pelo negro y liso sus ojos cerrados que ocultaban un hermoso color negro que hacia juego con sus cabellos. Y su piel tersa y blanca cubierta por una suave bata de lino. Todo esto no hizo sino que el deseo de concluir mi misión aumentara, la quería para mi, y la única manera de lograrlo legítimamente estaba a unos pasos de distancia. Ahí estaba él acostado a su lado. Respiré profundo y comencé a caminar en su dirección, sin embargo, el destino persistía en mi contra y tropecé contra una mesa de noche. Produje un estrépito tan fuerte, que me pareció imposible que ocurriera normalmente. El se levanto rápidamente de la cama, al igual que ella, el miro el cuchillo que yo esgrimía en mi mano y corrió en mi dirección con la clara intención de quitármelo. Sin embargo, el destino tampoco estaba de su parte, y esta vez yo tuve suerte. Clavé el cuchillo en la parte superior de su estomago. El me miro fijamente, y luego a su esposa, mientras intentaba en vano articular la palabra: "corre". En ese momento yo no comprendía del todo lo que estaba haciendo, como ya he dicho, era la obsesión que controlaba mi cuerpo. El hombre cayo de espaldas al suelo, moribundo, y cuando yo me disponía a darle el golpe de gracia, el destino dio la estocada final en mi contra, ella se atravesó entre mi arma y su amado esposo, solo entonces y de la manera mas cruel imaginable entendí el amor que sentían el uno por el otro y entendí que nada de lo que yo hiciera o hubiera hecho hubiera bastado para que ella fuera mía. El golpe que le propine fue mortal, y justo en ese momento, la obsesión me abandono y mi mente fue capaz de controlar sus cinco sentidos, pero también fue capaz de sentir el dolor de lo que había hecho, la tomé entre mis brazos, pero ya nada de vida quedaba en ella. Y mi dolor fue tan grande que la única salida que encontré estaba empuñada en mi mano. Con un movimiento rápido y sin dudarlo ni un segundo deslicé ese cuchillo de un lado a otro de mi cuello. Con mis ultimo retaso de conciencia pedí perdón por lo que había hecho. Sin embargo aun estoy aquí, encadenado a la tierra, condenado día a día a amarla sin poder tenerla, condenado a sentir el dolor. Condenado a pensar simplemente: "si yo hubiera"...

PD:este es una historia que publiqué en mi blog hace un tiempo, espero que les guste, comenten si les gustó o no, para saber. saludos ^^.