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14 sept 2007

Desenlace

El último recuerdo que tenia de ella era su sonrisa despiadada mientras se alejaba caminando luego de acabar con todas sus ilusiones. Siempre la recordó hermosa, casi angelical, pero sin saber cómo ni por qué su hermoso ángel se transformó en un demonio vicioso que acabó con la felicidad que alguna vez tuvo.

Luego de recoger uno a uno los pedazos de su corazón y protegerlos de la fría lluvia que caía caminó con pies pesados hacia su casa, aunque lo que pesaba más que la ropa mojada era su espíritu maltrecho. Ya encerrado en su habitación comenzó recomponer su corazón y armarlo pieza por pieza; fueron tantas noches de lluvia, llantos, desesperos y desasosiegos que, cuando pudo haber completado su trabajo, el tiempo le había parecido infinito y se sentía como de 100 años.

Desde que pudo recomponer su corazón decidió que quería volver a ser el mismo de antes, quería ser el mismo de antes; se puso nuevamente los colores de gala que solo utilizaba cuando estaba feliz y salió a caminar con el deseo de tomarse el mundo. Pero como no era tan ambicioso decidió tomarse la ciudad y compartir su felicidad con todo aquél con quien pudiera.

Recorrió parques y plazas saludando a todos como viejos conocidos; de un lado a otro iba comprando dulces y flores y regalándolos a los niños que jugaban en las calles y a hermosas señoritas desconocidas para robarles una sonrisa coqueta y así seguir su camino. Y en sus ires y venires se topó con una calle que tristemente le resultaba familiar, gris y cubierta por la fría; era precisamente en esa misma calle donde había sucedido todo.

Respiró profundo y con paso solemne, lento y seguro se aventuró por la calle que sentía angosta y hasta cierto punto hostil, pero decidido siguió su camino, entró a una tienda y compró un cigarrillo; lo disfrutó al máximo y lo terminó al punto de haber llegado al final de la calle.

Y creyendo ver un espejismo vio sentada en una banca a una chica hermosa, medio ángel, medio demonio que por mucho tiempo fue el verdugo de sus sueños; la encontró como perdida en sus propios recuerdos y atacada por una lluvia fría e invisible que hacía más pesado su espíritu maltrecho mientras pensaba en alguien que acabó con sus ilusiones. Como pudo se acercó a ella, y a modo de expiación, la saludó de la manera más gentil que pudo para luego invitarla a tomar algo en el café de la plaza.

1 jul 2007

Ahí estás!


Necesitaba que fueran pronto las 6:00 p.m.

El día se me había hecho eterno.. .desde que me levanté, quería que pasara el tiempo rápido y que las cosas del día me entretuvieran a tal punto, que la impaciencia se camuflara.

Estaba nerviosa y afanada, pensaba rápido debido a la prisa con que deseaba que las horas se devoraran el día.

Por fortuna ya eran las 5:00 y estaba a tiempo para recogerlo en el aeropuerto; habíamos quedado en encontrarnos en el café, lejos de la gente que espera a los pasajeros, para estar más tranquilos y podernos dar ese abrazo que nos habíamos prometido mil veces.



“Cálmate, todo saldrá bien. Es cuestión de confiar en tu intuición. No arruinarás este momento que ambos hemos esperado, por los nervios” me dije mirándo mi reflejo en el espejo del baño.
Respiré profundo, me miré detenidamente un buen rato, recordando que había pensado en este instante, casi todos los días desde que comencé a sentir algo diferente hacia él.
Estaba a escasos minutos de verlo y estaba ahí, frente al espejo, ensayando mil sonrisas, algunas miradas y gestos!.

Qué le diré? Cómo lo saludo?


“ Hola!!! Qué tal tu vuelo?”… “Por fin, estás aquí”… Hmmm no…
Me acomodé el cabello, me sudaban las manos, saqué el brillo de labios, me pinté la boca. Antes de salir, me mire en el espejo nuevamente y pensé "Llegó el día".
Miré el reloj y ya era el momento, anunciaban la llegada del vuelo. Mientras desembarcaba tenía algunos minutos para pasar por la capilla del aeropuerto a darle las gracias a Dios por este momento y a pedirle fuerza y cordura.

Salí de la capilla, luego de haber tenido las lágrimas a punto de salir. Me dirigí al café caminando tranquilamente, pero con el corazón en la boca, respirando profundo.. estaba tan nerviosa. Sabía que el también debería estarlo. Habíamos hablado muchas veces de lo que pasaría este día, de cómo lo imaginábamos cada uno a su manera. Me senté en el café y esperé.



Sabía que se acercaba, a pesar de estar a espaldas del corredor, lo intuí, lo sentí, no había una razón lógica para saber que ahí estaba el. Solo sentí un corrientazo que atravesó todo mi cuerpo cuando lo vi con su sonrisa de “Ahí estás”.


Y todo lo que ensayé frente al espejo se me olvidó.


Sonreí instintivamente, el corazón me palpitaba fuerte,aunque prometí que no iba a llorar, fue inevitable. Nos abrazamos mucho tiempo y yo... me quedé sin palabras.


Mientras lo abrazaba y lo sentía igual o más nervioso que yo, me calmé y pensé:

“Valió la pena la espera".