Es así como tu cara se llena de excusas que intentas creerte antes de intentar que cambie mi opinión, logro despedirme con un beso y te das cuenta que por creer en cuentos de hadas acabaste con algo que pudo ser perfecto.
4 abr 2011
Perfect
Es así como tu cara se llena de excusas que intentas creerte antes de intentar que cambie mi opinión, logro despedirme con un beso y te das cuenta que por creer en cuentos de hadas acabaste con algo que pudo ser perfecto.
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Temas: desilusion, despiadada, Edilay
14 sept 2007
Ella
La colilla chisporroteó y humeó al chocar contra el asfalto mojado. Pronto, la lluvia terminó por apagarla. La lluvia que ya había atravesado mi gabán, mi sombrero y el resto de mi ropa y que ya parecía estar llegando hasta los huesos.
Encendí otro cigarrillo. El último del paquete. Del segundo paquete que fumé mientras esperaba a que Ella saliera.
Todo había empezado unas semanas atrás. Fuera del negocio por algún tiempo – lo que tardó en sanar la pierna derecha, rota al caer de un segundo piso, empujado por un fugitivo imbécil que no creyó que mi arma estuviera cargada y se acercó más de la cuenta. Cuando mi pierna se rompió, él ya estaba tocando las puertas del infierno. Y yo ya había perdido la maldita recompensa.
Incluso un par de dias es demasiado tiempo para estar desconectado de las principales fuentes de información y de trabajo. Una sola llamada fallida implica que un contratista llamará a algún competidor. Así que esas vacaciones forzosas fueron toda una eternidad de estar sentado viendo estúpidas películas en vídeo, comiendo pizza y limpiando una y otra vez el arma hasta cuando casi la desgasté. Y cuando pude tirar al bote las muletas al menos tres grandes contratos estaban en manos de la competencia, y yo mismo tuve que ir hasta los sitios donde habitualmente se intercambia la información y se cierran los negocios de este tipo.
Fueron un par de noches de vagar por las calles, en medio de la lluvia, calado hasta los huesos y con cada vez menos dinero para comprar comida, whisky y cigarrillos. La comida me importa poco: la vida en las calles le enseña a uno que no es realmente indispensable. El whisky… bueno, que me tome cuatro o cinco botellas a la semana no quiere decir que sea ningún alcohólico, así que me puedo pasar sin él. Pero los cigarrillos son mi vida… la que se escapa en volutas azules es la misma que entró unos segundos antes en una gloriosa aspiración de humana podredumbre.
La tercera noche fui al Bar. Nombre insípido para un local insípido, pero donde ocasionalmente había logrado algún buen contrato. Hay que tener en cuenta que después de tres horas sin cigarrillos cualquier contrato es bueno.
Y había un contrato… cerrándose justo cuando entré. Suerte que el desafortunado competidor era Will Tramper, que se echó a temblar apenas crucé la puerta. Una vieja historia. Algún día Tramper me cobrará su deuda, pero esa noche salió corriendo como el cobarde que es. Así que tomé su lugar en la barra, pedí un whisky y acepté el cigarrillo que el confundido cliente me ofreció.
Diablos, el contrato era bueno. Seis cifras, y todo por localizar – ni siquiera fotografiar y mucho menos acercarme hasta la chica. Hasta Ella.
La primera vez que la vi fue en una fotografía en blanco y negro, granulada y desenfocada. No mucho para ver, en realidad, salvo un cuerpo maravilloso cubierto pero no oculto por cuero negro, a bordo de una enorme motocicleta en movimiento, una de esas que uno siempre ve conducidas por un enorme cerdo musculoso y barbado.
Eso y nada más.
Pero ya tenía por donde empezar: los motociclistas. Cada una de esas motos es especial, única e inconfundible, y algunos de los veteranos que se reunían a jugar billar en los bares de carretera podrían identificarla sin duda.
El negocio empezó con pie derecho y cinco cifras en mi bolsillo, que me permitieron ponerle carburante al viejo cacharro y viajar hasta uno de los bares favoritos de los pandilleros… y comprar cigarrillos para todo el resto de mi vida. Bueno, si no me los fumaba durante la noche.
Sólo tuve que abordar a cuatro cerdos musculosos y gastar tres billetes antes de que alguien identificara la moto: había pertenecido al jefe de una pandilla, una de las más grandes, pero el tipo había muerto en un accidente de tren y su chica se quedó con la máquina. El tipo no sabía nada de la chica, pero me dio toda la información sobre la pandilla y sobre el antiguo propietario del vehículo, así que tres noches después ya sabía su nombre y dirección, y el sitio donde trabajaba atendiendo la barra de un bar hasta la madrugada.
Así que allí estaba, fumándome el último cigarrillo y esperando a que Ella saliera por la puerta de servicio del bar. Y vigilando al otro, una simple sombra acurrucada en un alero a tres pisos por encima y unos diez metros por detrás de mi posición tras el poste de la energía.
Finalmente, la puerta se abrió y salió uno de los meseros. Luego el otro, riendo y despidiéndose de alguien que quedaba adentro.
Luego salió Ella.
Era la primera vez que la veía en persona – algunos de los informantes habían aportado nuevas fotografías, casi siempre sin darse cuenta – y de pronto me di cuenta de que no conocía su rostro. Las fotos siempre eran demasiado lejanas y demasiado oscuras. Todas eran nocturnas, de hecho.
Pero tenía que ser Ella. El impermeable estaba cerrado por una correa que rodeaba una cintura tan estrecha que sólo podía ser la suya, y el contoneo – o mejor, la sensual ondulación – al caminar era exactamente como yo había imaginado que debía ser.
El tipo en el alero empezó a moverse antes de que Ella cerrara la puerta. Yo ya tenía el arma amartillada antes de que sacara la llave de la cerradura.
Ella me vió al salir y se quedó como congelada, mirándome a los ojos. Lo único que sé es que no estaba asustada. De hecho, sonreía. Pero la sonrisa desapareció cuando el tipo que la vigilaba desde el alero cayó – o se materializó – justo entre Ella y yo.
Alcé el arma y grité al tipo para que estuviera quieto. Me miró y se abalanzó sobre mi. Y yo le vacié el tambor del revólver, pero no pareció sentirlo. Primero cayó sobre mi con todo su peso, luego se incorporó y me arrojó sobre un montón de basura. Sin tiempo para recargar, tomé lo primero que encontré: una botella, rota por el gollete. Cuando el tipo volvió a caer sobre mi para izarme y lanzarme, se la clavé en la garganta. El tipo hizo un ruido como de gato furioso, se llevó las manos a la garganta y yo tuve tiempo entonces de sacar la navaja, abrirla y enfundarla hasta la empuñadura exactamente en su corazón. Cuando se desplomó, me incorporé y busqué a la chica con la mirada. Estaba apoyada en el poste donde yo la había estado esperando. Caminé hacia ella, cojeando un poco – el frío y la pelea me habían lastiado la pierna.
“¿Por qué tardaste tanto?” fue su saludo.
“No me lo agradezca. Sólo hice lo que cualquier otro hubiera hecho.”
“No, muy pocos hubieran podido hacerlo.”
Nunca supe cómo me encontré abrazándola, pero en medio del beso que siguió no me importó mucho. Después de una deslumbrante ráfaga de gloria proveniente de sus labios, se alejó un paso.
“Es una lástima que no hayas podido hacer tu trabajo”
“Espera un minuto” le dije. “Claro que estoy haciendo mi trabajo.”
“Ya no es necesario.” Dijo ella, sonriendo con esa enigmática sonrisa suya, acercándose para darme un beso de despedida mientras ponía algo en mi bolsillo.
Un fajo de billetes. No conté, pero era mucho. Cuando volví a mirarla, ya no estaba. Se había esfumado.
La lluvia arreció. Busqué mi arma y de pasada me di cuenta de que el cuerpo del tipo no estaba. En su lugar había sólo un montón de cenizas que la lluvia dispersaba con rapidez.
Emprendí la caminata en medio de la lluvia atroz. Una caminata que no acabará. Pues sólo terminará cuando la encuentre.
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1- Me importa un comino la coherencia.
2- Es autobiográfico.
3- No, no termina aún.
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Temas: Cuentos, desilusion, despiadada, ella, Mornatur Ormacil, preguntas, Vampiros
Desenlace
El último recuerdo que tenia de ella era su sonrisa despiadada mientras se alejaba caminando luego de acabar con todas sus ilusiones. Siempre la recordó hermosa, casi angelical, pero sin saber cómo ni por qué su hermoso ángel se transformó en un demonio vicioso que acabó con la felicidad que alguna vez tuvo.
Luego de recoger uno a uno los pedazos de su corazón y protegerlos de la fría lluvia que caía caminó con pies pesados hacia su casa, aunque lo que pesaba más que la ropa mojada era su espíritu maltrecho. Ya encerrado en su habitación comenzó recomponer su corazón y armarlo pieza por pieza; fueron tantas noches de lluvia, llantos, desesperos y desasosiegos que, cuando pudo haber completado su trabajo, el tiempo le había parecido infinito y se sentía como de 100 años.
Desde que pudo recomponer su corazón decidió que quería volver a ser el mismo de antes, quería ser el mismo de antes; se puso nuevamente los colores de gala que solo utilizaba cuando estaba feliz y salió a caminar con el deseo de tomarse el mundo. Pero como no era tan ambicioso decidió tomarse la ciudad y compartir su felicidad con todo aquél con quien pudiera.
Recorrió parques y plazas saludando a todos como viejos conocidos; de un lado a otro iba comprando dulces y flores y regalándolos a los niños que jugaban en las calles y a hermosas señoritas desconocidas para robarles una sonrisa coqueta y así seguir su camino. Y en sus ires y venires se topó con una calle que tristemente le resultaba familiar, gris y cubierta por la fría; era precisamente en esa misma calle donde había sucedido todo.
Respiró profundo y con paso solemne, lento y seguro se aventuró por la calle que sentía angosta y hasta cierto punto hostil, pero decidido siguió su camino, entró a una tienda y compró un cigarrillo; lo disfrutó al máximo y lo terminó al punto de haber llegado al final de la calle.
Y creyendo ver un espejismo vio sentada en una banca a una chica hermosa, medio ángel, medio demonio que por mucho tiempo fue el verdugo de sus sueños; la encontró como perdida en sus propios recuerdos y atacada por una lluvia fría e invisible que hacía más pesado su espíritu maltrecho mientras pensaba en alguien que acabó con sus ilusiones. Como pudo se acercó a ella, y a modo de expiación, la saludó de la manera más gentil que pudo para luego invitarla a tomar algo en el café de la plaza.
8 sept 2007
La mano alzada
¿Somos deudores morosos de la cuenta abierta que le tenemos a esta violencia despiadada? -. Preguntó Berta.
Dos balazos de R-15 saldaron sus deudas.
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Temas: ARETINO, Cuento_breve, despiadada
7 sept 2007
Adios...
Mirándose al espejo Inés pinto sus labios de rojo…saboreo su sabor a cereza y tiro un beso al aire…luego arreglo su vestido negro de seda, se hizo una colita en el cabello y se puso el perfume que él le había regalado.
Al voltear se dio cuenta que aun Jorge dormía, así que se acerco muy suavemente a él….
- Duermes? – Dijo muy delicadamente con cierta sensualidad en su voz…
No obtuvo respuesta
Al cerciorarse de que lo hacia profundamente empezó besarlo…primero fue el cuello, luego el corazón…allí lo beso dos veces, pero no en el mismo sitio…luego se acerco a la mesita de noche y saco el cuchillo que había guardado para ese momento….
La primera cuchillada fue en el corazón…., en la segundo corto el cuello…y por ultimo repitió en el corazón….ya no quedaba rastro de ninguno de sus besos.
Inés sonrió al verlo empapado en su propia sangre…sentía la satisfacción de haber terminado con la farsa de estar fingiendo amor…miro nuevamente al espejo y vio su mirada despiadada y en ese momento supo que era libre.
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Temas: Clau M, despiadada, mujer
5 sept 2007
Desilusión...
El Presidente lloraba mientras veía como fusilaban a quien otrora había considerado su mano derecha, su hermano.
Aun no podía creer que durante años trabajara de espía dada la confianza que siempre había tenido en él.
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Temas: Cuentos, desilusion, despiadada, Lucas
4 sept 2007
Preludio de un suicidio

Era lo que silenciosamente gritaba su corazón, era lo que celosamente guardaban sellados sus labios por temor a sonar intensa y obsesiva...
En esta etapa de su vida, Valeria estaba terminando de aprender una dolorosa lección, pero se negaba rotundamente a llevar a la práctica todas esas teorías fantásticas que había aprendido con la experiencia; sobre todo porque al llevarlas a cabo, pondría fin a la mujer de quien Luis Felipe se había enamorado.
- No te vayas, quédate conmigo esta noche
- No puedo, sabes que no puedo
- No quiero que te vayas
- ¿Qué te hicieron?, pareces una niña pequeña a punto de llorar
- Sólo quiero que te quedes conmigo esta noche. Dulce María se quedará en casa de una compañera haciendo un trabajo, no quiero quedarme sola... -y mientras decía estas palabras, se acurrucaba en aquel masculino pecho como queriendo fundirse en su cuerpo buscando afanosamente la protección que le brindaba el amor que se albergaba en ese corazón.
- No insistas, -alegó él apartándola suavemente de su lado mientras se levantaba del lujoso sofá blanco-, acompáñame a la puerta que ya debo irme...
Sin pronunciar palabra y con los ojos llenos de un sentimiento difícil de explicar, Valeria se levantó suavemente del sofá tomando a Luis Felipe de la mano derecha con su mano izquierda, como quien pide apoyo, o quizá consuelo...
- Qué te ocurre? -susurró él de forma casi mecánica, poco estaba acostumbrado a esas muestras de fragilidad que para la Valeria fría y despiadada que todos conocían no eran otra cosa que debilidad.
Silenciosamente y sin mirarlo a los ojos, llevó sus pequeñas y delicadas manos detrás del cuello de Luis Felipe, colocando su cabeza casi que estratégicamente sobre su hombro y aferrándose a su hombre como un náufrago a su tabla salvavidas...
- Nada -sollozó ella- Nada, sólo quiero abrazarte -decía mientras apretaba con fuerza el cuerpo de su amado quien la separó de sí diciendo: "ya es tarde, vámonos"
Valeria lo presentía, sabía que era el final , algo en su interior lo gritaba como grita un condenado al ver tan cercano su momento final, pero ella debía ser fuerte, no volvería a llorar...
Lo acompañó a la puerta, se despidió igual que todos los días y él de igual forma prometió que llamaría. En el fondo ella sabía que esa promesa jamás se cumpliría como muchas otras...
Al regresar, vió la puerta de su cuarto abierta; le extrañó encontrarla en ese estado y revisó cada esquina de la habitación pues algo en su corazón unido a la corriente de aire frío que acarició su piel, le hicieron presentir que alguien no deseado había ingresado, miró tras la puerta, en el closet y bajo la cama, pero la búsqueda fue en vano, el lugar estaba vacío, en él no había ingresado nadie, sólo el recuerdo de un fantasma del pasado...
Valeria sintió su cama sencilla tan grande que estuvo a punto de echarse a llorar, recogió su clara melena y se colocó su pijama color rosa. Mientras lavaba su cara, recordó lo que había vivido momentos atrás, todo se le hizo familiar, la forma en la cuál Luis Felipe le había hecho el amor no era normal, sólo una vez le había pedido penetrarla por detrás, ella sabía que él se excitaba al ver su rostro lleno de placer, a él le encantaba ver sus labios pronunciar su nombre; pero esta noche nada fue igual que siempre, esta noche Valeria recordó la única vez que había vivido algo similar y mirándose al espejo mientras se peinaba su larga, crespa y clara melena se dijo:
Estas pensando en otra mujer,Al día siguiente, Valeria no contestó las llamadas de Luis Felipe, se tinturó el cabello de negro azabache y cambió su guardaropa, aprendió a mostrarse tan cual era y a disfrutar cada día de su vida como si fuera el último que viviera..
me hiciste el amor deseando que fuera otra mujer?
me has humillado al usarme para sentirte más cerca de otra mujer,
y esta noche moriré para tí
porque no soy esa otra mujer...
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Temas: costennita, despiadada
1 sept 2007
La nueva palabra es.....
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Temas: despiadada, Freewill, palabra