11 ago 2007

Sentidos Vacíos

El ruido del jardín lo despertó; los pájaros cantaban mientras podía escucharse a lo lejos el bullicio de la gente en el parque cercano. Vio que el reloj marcaba pasadas las diez y sabiendo que no podría volver a dormir decidió que dar una pequeña caminata le ayudaría a despejarse un poco.

Bajó a la cocina y se preparó un sándwich ligero que lo acompañó con un jugo de naranja instantáneo; lavó y ordenó lo poco que había utilizado y luego de arreglar dos o tres cosas más subió para arreglarse y salir a caminar. Encendió la radio y las notas parecían no producir efecto en él; sin inmutarse entró a la ducha mientras la música inundaba la habitación. Se bañó de manera mecánica; últimamente las cosas le parecían simples, vacías. Se arregló de manera informal y tomando su teléfono móvil y billetera se dirigió al parque.

Cuando llegó pudo ver que todos los juegos estaban repletos, niños, parejas, familias iban y venían por todas partes; incluso ese paisaje tan colorido no hizo mella en su carácter, compró un refresco en botella y decidió llegar hasta el lago que se encontraba en la parte más alejada del parque, solía ir allí cuando buscaba pasar un rato solo con sus pensamientos; caminó y vio sentada en una banca a una joven que se entretenía leyendo un libro y perdiendo la vista a lo lejos en el lago.

Se detuvo por un instante mientras veía a la muchacha, llevaba esas faldas y blusas tipo hippie, unos lentes y el cabello suelto que lucía con cierta coquetería; cerró los ojos un momento esperando que al abrirlos esa imagen no desapareciera como los espejismos del desierto.

Con paso indeciso decidió acercarse a la muchacha, intentando no hacer ruido para no asustarla; de un momento a otro ella miró por donde él venía y luego de una fugaz sonrisa apenada volvió a bajar la cabeza y se concentró nuevamente en su libro. Sintiéndose como un niño pequeño que habla por primera vez con esa niña que le gusta caminó hacia donde ella se encontraba y tomando todo el valor que pudo dijo:

– Hola, ¿Qué tal el día? – ella alzó la mirada y volvió a sonreír. Estando frente a ella pudo ver que sus ojos eran transparentes y su sonrisa sincera que le daban a su cuerpo un aire casi celestial. Supo en ese momento que no querría buscar a nadie más; estar junto a ella le devolvería el sabor y color a la vida y sabía que sería capaz de hacer hasta lo imposible para hacerla verdaderamente feliz. Y desde ese momento todo fue diferente.

5 comentarios:

Cerebro dijo...

Busco a mi niña Hippie...

Iván R. Sánchez dijo...

Yo tambien quiero una asi, si alguien me ha leido, sabe como quiero que sea. Pero en fin, el cuento me recuerda como piensa uno cuando esta invadido por el amor, y en realidad es volver a eso, sin embargo creo que al terminar, se atropello un poco, es decir, iba muy bien y termino un poco mal. Humilde Opinion, pero me gustó.

Megumi-san dijo...

Esta muy bacano...

Lástima que para que esa coincidencias se ven en la vida real tiene que pasar y mucho...

Será que tendré un afortunado encuentro????

Felicitaciones mi jovén... pregunta, que te inspiró, correción, quién te inspiró????

Maya dijo...

Hubiera sido medio gracioso que ella lo hubiera aborrecido en vez de sonreirle, y que el hubiera seguido insistiendo hasta caerle bien :P

Neh, esas coincidencias asi son verdaderamente hermosas.
Nice One...

Anónimo dijo...

Así es mi última frase suelta... como este relato...

Esas son las coincidencias que cambian el rumbo de nuestra historia...

"espero que algún día la vida, nos de la maravillosa oportunidad de coincidir en el mismo lugar y a la misma hora".

Saluditos

Wendy