11 ago 2007

Sin Sabor.

El cuerpo se levantó de súbito con ayuda de las manos que lo jalaron para si y lo olfateó como perro de cacería. Estaba tibio y hundido en el profundo letargo causado por los siglos de cansancio. Sabía que jamás despertaría, asi que con delicadeza, quito los mechones de cabello que le cubrían parte del rostro pálido y lo admiró.

Volvió a olerla, ahora enfocándose en la base del cuello que recorrió hasta llegar a su oreja y en bajada, se detuvo en la nuca donde el olor cambió sutilmente y cerró los ojos. Si aquello hubiese sido agua, esta se habría terminado, pues la respiraba con avidez, con deseo que sació hasta no poder oler más y la abrazó.

Creyó llenarse de aquel cuerpo, consentir a sus sentidos, y justo cuando la recargó en la almohada para dar la vuelta y por fin marcharse, miró su boca entreabierta.
Le olió el aliento y sin más, la besó. Sus labios se juntaron, sus ojos se cerraron y cuando creyó que ya podría partir con ella en cuanto despertara, cayó en cuenta que no tenía sabor, que había sido como besar el aire, como si no hubiera pasado.
Entonces, se marchó.

2 comentarios:

Iván R. Sánchez dijo...

Es extraño, me parece que deja un sabro extraño al leerlo, pero igual esta bueno.

Anónimo dijo...

Hmmm extraño final.. creí que se quedaría.

Saluditos

Wendy