30 ago 2007

Escala de grises

“Esa noche, ella apareció puntualmente como era su costumbre y por primera vez
me besó y juntos viajamos a ese mundo de colores.”


Diariamente se postra inmóvil en esa esquina junto a la ventana, siempre acompañada por el rayo de sol que desde otro mundo escapa para reflejarse en la luna de la noche. Y como si ese rayo supiera o deseara entrar por mi ventana, viaja desde tan lejos sólo para iluminarla a ella.

A media noche cuando ella llega a mi alcoba, trago saliva para no gritar, me abrazo fuerte para no sentir el frío, la miro a los ojos con discreción y de mis ojos nacen dos lágrimas que no mueren azotadas en el suelo que ella no pisa… se quedan quietas en mis ojos un poco asustadas y temerosas de mojarla.

Puedo ver su lánguida y flotante figura. Un cuerpo, por llamarlo así, de una joven que fue hermosa en otro tiempo y en otro espacio, una joven que se muestra aún más hermosa ante mis ojos en mi espacio y en mi tiempo. Una joven que lamento no haberla conocido antes. Alguien a la que no conocía hasta ahora que habito lo que seguramente alguna vez fue su hogar y hasta ahora que duermo en la que seguramente también fue su cama.

¿De quién podría ser esa delicada figura? Es un fantasma que no asusta, transparente como la lágrima que se estanca en mi mejilla, silenciosa como el grito que no resbala… ella, indiferente al aire frio que respiro en su presencia. Ella, insensible a mi voz que aun no se ha atrevido a hablarle. Imploro en silencio que se aparezca, que vuelva de ese otro mundo idéntico en escala de grises y marcas de agua, ese otro mundo de las almas que navegan cinco centímetros por encima del pavimento, que vuelva del mundo de aquellos que por su mismo pesar vuelan muy pero muy lejos del cielo.

Ya son ciento sesenta y siete días desde la primera vez que apareció en mi alcoba y al parecer me he acostumbrado sino es que hasta enamorado a vivir con ella. Transcurren los días, las horas y sólo pienso en ella y deseo de una manera sobrenatural el momento en que ella aparezca. Es verdad, la amo.

Es media noche y en mi corazón nace el deseo de viajar con ella, quiero ser como el rayo que viaja desde lejos para iluminar su rostro, quiero estar y ser de ella por una eternidad, lo quiero porque mi mundo sin ella es más gris que las mismas tinieblas.

Ella, apareció puntualmente como era su costumbre y por primera vez me besó y juntos viajamos a ese mundo de colores.

5 comentarios:

Aretino dijo...

La vida sin colores es una eterna rutina sin sobresaltos. A veces nos inventamos compañias para paliar la soledad.

Anónimo dijo...

CAda quien construye sus fantasmas.. cada quien les habla a su manera y algunos hasta nos enamoramos...

Saluditos

Wendy

Anónimo dijo...

ese don, esta chido me latio eso de el rayo de luz. haaa y eso de los 5 CENTIMETROS. no soy muy fanatico de la lectura y aparte mi carnala estaba viendo la tele y pues no me dejaba concentrar pero si esta muy chido y cada vez te los rifas mas chido. gracias por tu confianza carnal

Iván R. Sánchez dijo...

Nada es ajeno de la manera que uno espera, menos estos sentimientos. Un poco perdido, pero me he sabido encontrar.

Anónimo dijo...

La soledad combinada con una gran imaginacion pueden lograr ver y sentir lo que uno quiere y desea.
Como siempre la descripcion increible, logras que uno como lector viva tus cuentos.
Muy bien hermano !!