Ya la niebla blanca descendía taciturna y la soledad se propagaba hasta los confines de la noche. Hacía frío, mucho más que de costumbre, y la luna que menguaba melancólica perspiraba tan poca luz que condenaba la Cuidad Luz a una eterna penumbra.
Miré frente a frente a los ojos de la nada y esta me devolvió una sonrisa fugitiva que por unos instantes me embriagó de tranquilidad. ¿Cuánto tiempo llevaba ya esperando por él? Más de lo prudente, más de lo deseable, eso era cierto. Mi cuerpo se deshacía en una sola hemorragia de ansiedad y deseo, y su figura aun no se distinguía en el horizonte. Temía, sí, pero mi expectativa superaba con creces mi miedo.
Apareció de repente, como la manifestación misma de la oscuridad que nos rodeaba, pálido ángel renacentista vestido de Armani y bañado de olor a cuero y cigarrillos; un encantador espectro con delgados labios de ataúd.
<<Llegas tarde>>, le dije, pero no pronunció palabra alguna. Sus ojos transparentes se clavaron sobre mi ominosos y profundos, y por un instante tuve la impresión de que quería arrancarme la ropa para devorar mi cuerpo y arrancarme el cuerpo para devorar mi alma.
Pero noche tras noche había encontrado placer en fantasearlo matándome, en imaginarlo bebiendo mi sangre y comiendo los pedazos de mi cuerpo despedazado. Noche tras noche, desde la primera vez que lo vi cruzando el Pont de la Concorde y me regaló aquella fatídica e irresistible mirada, aquella que bastó para abandonarme completamente en él.
Sin decir absolutamente nada, saltó sobre mí y clavó sus dientes en mi cuello, y un frágil hilo de sangre tibia descendió hasta acariciar mi pecho.
Mis recuerdos fueron difuminándose en los confines del tiempo como vapor que se dispersa en el cielo, y mi noción de la realidad fue eclipsada por la muerte. Un insoportable dolor se propagó por todo mi cuerpo, hasta que al fin, luego de sentir que mi cuerpo había sido totalmente drenado, mi corazón dejó de latir. Por segundos que parecieron tan largos como la vida misma del universo, fui nada, y como nada, parte de todo en una comunión tan vacía como absoluta.
Aun no se si fue real, pero la única sensación que recuerdo haber tenido en ese momento eterno, fue la de una lágrima deslizándose por una de mis mejillas.
Fue entonces cuando probé el sabor de la vida en su muñeca, y bebí, bebí su sangre sin poder saciarme, bebí sin querer detenerme, y era aquel el sabor de la medianoche, el sabor de la sumisión, el sabor de los sueños prohibidos que se refugian en noches de vino, espejos y rosas rojas.
Lo que ahora conozco como vida vino a mí como un golpe brutal, como un histérico carnaval de emociones, como un trueno violento que rompe el silencio absoluto de una noche mortuoria...
Sangre, el sabor de la sangre es la primera sensación de la que tengo memoria.
Miré frente a frente a los ojos de la nada y esta me devolvió una sonrisa fugitiva que por unos instantes me embriagó de tranquilidad. ¿Cuánto tiempo llevaba ya esperando por él? Más de lo prudente, más de lo deseable, eso era cierto. Mi cuerpo se deshacía en una sola hemorragia de ansiedad y deseo, y su figura aun no se distinguía en el horizonte. Temía, sí, pero mi expectativa superaba con creces mi miedo.
Apareció de repente, como la manifestación misma de la oscuridad que nos rodeaba, pálido ángel renacentista vestido de Armani y bañado de olor a cuero y cigarrillos; un encantador espectro con delgados labios de ataúd.
<<Llegas tarde>>, le dije, pero no pronunció palabra alguna. Sus ojos transparentes se clavaron sobre mi ominosos y profundos, y por un instante tuve la impresión de que quería arrancarme la ropa para devorar mi cuerpo y arrancarme el cuerpo para devorar mi alma.
Pero noche tras noche había encontrado placer en fantasearlo matándome, en imaginarlo bebiendo mi sangre y comiendo los pedazos de mi cuerpo despedazado. Noche tras noche, desde la primera vez que lo vi cruzando el Pont de la Concorde y me regaló aquella fatídica e irresistible mirada, aquella que bastó para abandonarme completamente en él.
Sin decir absolutamente nada, saltó sobre mí y clavó sus dientes en mi cuello, y un frágil hilo de sangre tibia descendió hasta acariciar mi pecho.
Mis recuerdos fueron difuminándose en los confines del tiempo como vapor que se dispersa en el cielo, y mi noción de la realidad fue eclipsada por la muerte. Un insoportable dolor se propagó por todo mi cuerpo, hasta que al fin, luego de sentir que mi cuerpo había sido totalmente drenado, mi corazón dejó de latir. Por segundos que parecieron tan largos como la vida misma del universo, fui nada, y como nada, parte de todo en una comunión tan vacía como absoluta.
Aun no se si fue real, pero la única sensación que recuerdo haber tenido en ese momento eterno, fue la de una lágrima deslizándose por una de mis mejillas.
Fue entonces cuando probé el sabor de la vida en su muñeca, y bebí, bebí su sangre sin poder saciarme, bebí sin querer detenerme, y era aquel el sabor de la medianoche, el sabor de la sumisión, el sabor de los sueños prohibidos que se refugian en noches de vino, espejos y rosas rojas.
Lo que ahora conozco como vida vino a mí como un golpe brutal, como un histérico carnaval de emociones, como un trueno violento que rompe el silencio absoluto de una noche mortuoria...
Sangre, el sabor de la sangre es la primera sensación de la que tengo memoria.
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7 comentarios:
Se me hace muy original tu esfuerzo natural por emplear el aun corto listado de palabras.
Sin duda a tu lado parecemos simples aficionados que poco a poco aprendemos a escribir.
Y yo que pensé que tardarían en darse cuenta que están todas...
Conmemorando las primeras 5. El 5 es mi número favorito. Y gracias por el halago, aunque confieso que de mis tres participaciones, es mi favorita en forma pero no en fondo. Espero que el Señor Turín no proteste por tocar un tema que el ya tocó (y muy bien , por cierto), pero la palabra me recordó que era algo que tenía ganas de escribir hacia ratos.
Tskk me deprimi, ah no, ya estaba asi XD. Me llevaste bien hasta lo de morder el cuello, vampiros y esas cuestiones. Y si, estoy de acuerdo con alejandro (waaa amo tu nombre ^^) pero algunos aun no aprendemos a escribir T_T Yo como que voy a pasar esta palabra... esperen... olor a... pera!!! mehh, paso U_U
No man, me encantan los cuentos de vampiros y mas cuando estan tan bien escritos!... lo malo fue que yo iba a hacer uno por el estilo y si hay algo que odio es no ser original.
Jeje, mil disculpas, señor Turín, aunque esas cosas suelen pasar en este blog. Es difícil que salgan 25 ideas distintas cuando el gatillo para todos es la misma palabra. Tal vez por eso me apresuré a pegar primero.
¬¬
¿Y ahora yo de qué carajotes escribo?
Ah, de paso, me gusta, incluso el "sabor" a Anne Rice.
¿Fue Armand, verdad?
Mis respetos Sr. Asthuriel.
Saluditos
Wendy
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