25 jul 2007

Revelación

Cuando se despertó no podía creerlo, tenía las alas más hermosas que jamás había visto; eran blancas, enormes, hermosas, fantásticas, unas alas como aquellas que recordaba de los libros ilustrados que tenía de niña y leía todas las noches antes de dormir.

Ese siempre fue su deseo; y aunque fuera imposible, pedía lo mismo una y otra vez todas las ocasiones que alcanzaba a ver una estrella fugaz desde la ventana de su habitación o cuando podía atrapar una dama de algodón cuando paseaba su soledad por la ciudad y los campos. Y por fin su deseo se había cumplido, tenía las alas más hermosas que jamás había visto o podía recordar.

Lo primero que hizo fue extender las alas para contemplarlas con atención y al verlas desplegadas se imaginó como un hermoso ángel de los tantos que adornaban sus libros ilustrados; alas que acompañaban a un cuerpo delicado de cabello negro e intrigantes ojos café.

Batió un poco las alas para reconocerlas y luego decidió ascender poco a poco venciendo el temor inicial a lo desconocido; la satisfacción era tal que de un momento a otro se encontró volando entre las nubes y las aves que siempre seguía con la vista.

Desde lo alto pudo divisar el árbol al que siempre se recostaba a contemplar el paisaje o leer un libro acompañada de su soledad, el camino por el que ponía a viajar sus pensamientos y todos los pasajeros de sus sueños deseos e ilusiones; mientras veía todo eso sentía como todos sus problemas y temores iban quedando tan abajo que parecían desaparecer y comenzó a sentirse feliz y satisfecha nadando en ese enorme cielo azul.

Sintiéndose libre por primera vez llegó hasta lugares que jamás hubiera podido imaginar, viendo cosas sorprendentes y personas fantásticas. Con sus nuevas alas fue y vino por donde quiso; y cuando al comenzó a sentir cansancio luego de tan monumental viaje decidió volver a la ciudad, aterrizó en la plaza central y en la mesa de siempre del café de siempre tomó la bebida de siempre como cada vez que salía a recorrer las calles con su soledad.

Cuando terminó su café comenzaron a salir las primeras estrellas de la noche; y entre ellas pudo ver otra estrella fugaz, pensó rápidamente todo lo que podría pedir pero finalmente se decidió y deseó que sus alas jamás desaparecieran; y como si hubiera sido escuchada, la estrella comenzó a brillar tan fuerte que tuvo que cerrar los ojos. Cuando los abrió nuevamente se encontraba acostada en su habitación.

El día pintaba normal. Decidió arreglarse y salir a dar una pequeña vuelta por la plaza central acompañada de su soledad como cualquier otro domingo, pero al salir a la calle y mirar hacia el cielo recordó la sensación de tener alas y desde ese momento todo parecía totalmente diferente; el cielo no parecía tan gris como lo recordaba y su soledad era más amena. Dio gracias por otro sueño cumplido y partió a ver qué cosas nuevas podría descubrir, ésta vez con los pies sobre la tierra.

3 comentarios:

Aretino dijo...

Solo para soñadores debería ser la advertencia. Buen relato y sobretodo la manera como se trata algo muy recurrente en los que sueñan despiertos, cambiar su entorno

Maya dijo...

Te Adoro, me escribiste un cuento!!!! Descubriste mi obsesión por las alas y poder volar. Lo lei y lo volveria a leer muchas veces mas, solo porque me sentí plenamente identificada y me encanto, de principio a fin. Pero... devuélveme mis alas ^^

Anónimo dijo...

Difícil ha sido encontrar ese equilibrio de soñar y no dejarse elevar... y mantener al menos un pie en la tierra.

Saluditos

Wendy