9 jul 2007

Lujuria en Carnaval

Sandra estaba ansiosa por fin, se acercaban los ansiados días de descanso, esparcimiento y desenfreno que el carnaval nos brinda cada año, pero ella los esperaba con las ganas contenidas ya que hacia unos 2 meses que su esposo Enrique, ejecutivo junior de una multinacional, no le ponía ni un dedo encima y ya su cuerpo  pedía caricias a gritos y el carnaval era la época propicia para darse gusto.

Y no era por falta de interés, sino por el cansancio acumulado de las extenuantes jornadas de 12 horas que incluían los fines de semana a las que el jefe de Enrique lo tenía sometido, y ante el inminente corte de personal, mejor era hacer y callar. Pero Enrique le había prometido que este carnaval se lo dedicaría a ella, y hasta le insistió para que, desde ya, preparara el disfraz para el tradicional baile de disfraces donde Esther, evento que él sabía Sandra siempre disfrutaba porque le permitía desbocar sus instintos y que la convertía en una dama en celo, y si se le adicionaba la larga "dieta" este año el baile prometía ser de antología.

Sandra tenía planeado darle a Enrique la impresión de su vida, y para ello había escogido un disfraz de Gatubela que se ajustaba y delineaba su cuerpo de manera sensual, resaltaba sus atributos a la perfección. Seguramente Enrique le hallaría irresistible y si a eso sumamos la "prolongada sequía" definitivamente esa noche bulliría la pasión desenfrenada. Enrique por su parte había pensado ir con un disfraz digamos, poco original: La parca.

Cuando Sandra le oyó decir que iría disfrazado como el ángel de la muerte, pensó: "los hombres son bobos, siempre ajenos a nuestros gustos y necesidades" pero sin embargo, le sonrío a Enrique y le dijo: "Seguro te verás súper, amor".

Era ya sábado de carnaval, la música retumbaba por las calles el ambiente festivo y contagioso inundaba toda la urbe, hombres y mujeres se estrechaban en bailes cadenciosos y sensuales, ríos de licor corrían por las venas de los danzantes había en el ambiente la misteriosa corriente que produce la emancipación del placer, ese placer que provoca el abandono de las buenas costumbres, el olvido de compromisos. La entrega completa al goce del cuerpo, sin recatos ni atavismos predominaba.

Llegado el gran acontecimiento, aproximadamente a las 8:30 p.m ya Sandra estaba ataviada con su impactante disfraz, y además lucia una mirada especial, lujuriosa, deseosa era la imagen misma de la seducción, de la hembra deseada y deseosa. Tomó el celular y le marcó a Enrique:

- Alo, Kike.

- Alo, vida ya salgo para allá, estoy todavía con el señor Armando ya casi sale el reporte si quieres te adelantas y nos encontramos allá.

- Habías quedado en venir por mi, y de aquí nos íbamos juntos, y ese viejo qué? no tiene vida o qué? ¡Que te suelte ya!

- Amor, tienes razón pero entiéndeme ...

- Chao, nos vemos allá.

Disgustada tomó su cartera y pidió un taxi. El recorrido del apartamento al taxi dejó huellas en la memoria de muchos Sandra estaba sencillamente espectacular y con las mascara podía esconder su identidad, lo que aprovecho para contonearse a un mas. Le agradaba sentir las miradas sobre ella desnudándola y sabía que provocaba  pensamientos sucios entre los vecinos. Durante el recorrido notaba las miradas del pobre taxista, que seguramente manejo de memoria porque era mas lo que la miraba por el espejo que lo que miraba la ruta, y aunque intentó torpemente entablar conversación Sandra fue seca y cortante, el tipo entendió y se retiro frustrado.

Al llegar al salón de baile de su amiga Esther, esta la recibió le hizo la consabida conversación de bienvenida y luego la dejó para saludar a otros invitados, Sandra solo miraba el reloj con desespero y frustración aprovechó y se tomó varios tragos para irse entonando, cuando Enrique llegara ya estaría adelantada y más dispuesta aún.

Por fin, vio acercarse a la parca, se le aproximo y le dijo:

"parece que no me desearas" sin darle  tiempo a contestar le tomo de la mano y se lo llevó a la pista de baile, donde empezó su lenta seducción con un baile lento y erótico que rozaba a la parca y que ya la estaba llevando al paroxismo, esta sin mas la tomó de la mano y la llevo a uno de los cuartos de la segunda planta, luego de cerrar la puerta quedaron en la mas profunda oscuridad, pero estos amantes no necesitaban luz, se guiaban por el instinto por las ganas de placer de ambos.

Dieron rienda suelta a sus ganas, recorrieron el cuerpo del uno y de la otra, no hubo rincón que se librara de las caricias ni humedad que quedara sin probar. Los orgasmos de Sandra se sucedieron como en cascada no podía parar, nunca había experimentado una noche como aquella, sus gemidos eran profundos y sostenidos y el rictus se apoderaba de su cuerpo, ya se sentía morir.  Aunque no se creía capaz de resistir mas, tampoco quería terminar, la noche aun era joven y deseaba saciarse.

Siempre que creía que estaba a punto de ser el último la parca se le aplicaba a fondo y le arrebata otro orgasmo, ya sus pechos le ardían y la piel estaba al máximo de sensibilidad, ya las caricias dolían, pero no quería terminar, llego incluso a sentir que la noche se detenía y que el mundo cesaba de existir y que esperaba paciente su último orgasmo. El éxtasis estaba en su máximo hasta que exploto en un orgasmo masivo y que la dejo debilitada y en un abandono total. ¡Que noche! fue lo único que alcanzo a pensar, reposaron los dos amantes luego de semejante batalla, las fuerzas los habían abandonado, solo los hizo reaccionar el ruido de pasos en el exterior de la habitación y el murmullo de otros amantes buscando donde desfogar sus pasiones. Comprendieron que era hora de regresar al salón y disimuladamente abandonar la fiesta para seguir con la faena con todas las de la ley.

Aprovecharon que las voces se fueron diluyendo entre risas contenidas y el golpe de una puerta cercana, para vestirse y salir primero ella y luego la parca. La cara de satisfacción debía ser obvia para quien la observara por ello opto por dirigirse al bar y tomarse un trago, seguro Enrique la alcanzaría y saldrían disimuladamente, a seguir el intercambio de caricias.

Mientras el barman le entregaba un trago oyó la voz de Enrique atrás de ella:

- Hola, te he estado buscando, donde andabas?

Extrañada por la pregunta y girando para encararlo, mientras se preparaba para regalarle su mejor sonrisa, súbitamente callo.

-¿ Y tu que haces con ese disfraz de congo?  - le preguntó

-Es que, como salí tarde del trabajo cuando pase a recoger el disfraz se lo habían dado a otro, y no me quedó de otra que aceptar este, que por cierto huele a raro, pero que hacías te estuve buscando, donde estabas?

-No, fue que me encontré con unas amigas y me distraje, nos vamos? estoy cansada y no hay ambiente aquí.

-QUE? pero si acabo de llegar!

-Yo creo que mejor nos vamos, no me siento bien.

-Pero que noche que escogiste para sentirte mal....

-o-

Miércoles 16 de febrero...

Se ha citado una rueda de prensa en el comando de la policía, ninguno de los periodistas sabe cual es la razón, pero ya especulan que se trata de la importante captura de algún capo de la mafia.

Cuando el comandante llega se encienden los micrófonos y este dice:

- Por primera en la historia del carnaval y gracias a los esfuerzos de la fuerza pública, me complace informar que en los cuatro días de carnaval no se ha presentado ni un solo caso de homicidio, y según me informan de medicina legal tampoco se tienen reportes de ninguna muerte natural, por tanto queremos felicitar a la ciudadanía y a nuestros policías.

Un silencio se apoderó de la rueda de prensa hasta que un espontáneo espeto:

-Eche! la muerte como que andaba de parranda!

Y todos estallaron en risas, pero quizás tenía razón y la muerte también se había gozado el carnaval.

"Yo te amé con gran delirio

de pasión desenfrenada 

 te reías del martirio 

 de mi pobre corazón 

 y si yo te preguntaba 

 el por qué no me querías 

 tú sin contestarme nada 

 solamente te reías 

 destrozando mi ilusión 

 te pedí que vinieras a mi lado 

 te pedí que volvieras a mi lado 

 y en vano tantas veces te rogué 

 que por haberme tu burla ya curado te olvidé 

 de la vida que tuviste 

 al fin se que te has casado 

 y ahora ya quien va muy triste 

 es tu pobre corazón 

 y aunque digas que me quieres 

 ya de ti nunca me fío 

 pero aunque tu desesperes ahora soy yo quien me río."

 

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8 comentarios:

Aretino dijo...

Buen relato.

Jaime Diaz dijo...

Frewill la boto hermano!!! excelente!!!

Anónimo dijo...

Se sobró!
Jajajja... muuuy bueno!

Alejandro Serafín dijo...

Muy buena historia... muy entretenida y hasta divertida...
Me gustó bastante!!!

Anónimo dijo...

Gracias, pa'que vean que la muerte también tiene su corazoncito =)

Jaime Diaz dijo...

Corazoncito o mas bien su...

Anónimo dijo...

Muy buen cuento...congrats :)

Nash702 dijo...

Más que bueno viejo! Me encantó!