24 jun 2007

Dónde más te espero??

Cuando entré al consultorio no estaba sólo el médico, lo acompañaban dos residentes de ginecología, tres internos y dos estudiantes que rotaban por esa especialidad. Sentí mucho temor, me imaginé a todas esas personas aprendiendo conmigo, saqué los exámenes torpemente, sólo bastó una simple mirada, varias preguntas y emitió el diagnóstico. Quería llorar mientras escuchaba sus palabras, pero me contuve y sonreí nerviosa. -Pasa al otro lado, necesitamos realizarte un examen físico. Ya sabía de que se trataba, pero no quería que todas esas personas me vieran y menos que me tocaran. Uno de los residentes entendió lo que pensaba y me dijo tocando mi hombro, tranquila, sólo yo te revisaré.

Así fue, salí un poco intranquila con el diagnóstico, casi deprimida. Necesitaba algún desconocido a quien contarle mi pena y recordé que en un salón de belleza siempre algún desconocido te escucha. Mientras lavaban mi cabello lloré, mientras me peinaban lloré y cuando me estaban arreglando las manitos no aguanté más y reventé en llanto como pocas veces en mi vida. No es justo, le decía a mi amiga de turno de la cual no recuerdo ni su rostro. –Arruinarás tu peinado, sólo alcanzó a decirme mientras retiraba el cabello de mi rostro empapado por las lágrimas.

Salí hasta Bek, un café de la calle 19 muy cerca de la Estación de Las Aguas. Pedí un café irlandés, un grupo empezó a tocar y me fastidió tanto que tomé rápido mi café y salí. Al salir estaba el, venía de la carrera cuarta, lo abracé fuerte cuando lo vi, el parecía contento de verme, su sonrisa no me reveló su intención de verme por última vez aquel día. Un café feo del Chorro de Quevedo era ahora nuestro refugio, lo escuché cantar mientras le tomaba algunas fotos, a su sonrisa, a las paredes, a todo cuanto pudiera, mi cámara sólo quería disparar, sólo ella sabía que era la última vez que lo tendría frente a mi. La guardé por fin y tomé un sorbo de mi cerveza, tomó mi vaso y lo puso junto al suyo en la mesa arruinada, acercó su rostro al mío y me dio el beso que más recuerdo. Sus labios dulces, suaves, como nunca los sentí en un hombre, era una sensación parecida a besar una mujer.

Las manos que no deseé en el consultorio que me había deprimido tanto las deseaba ahora, las suyas, grandes, fuertes, protectoras, examinándome. Desnudé mi cuerpo sin que lo pidiera, no usé la incomoda bata de paciente, fui su objeto de estudio, fue mi voluntad, mi fortaleza reducida a nada ante su presencia. Y aprendió suficiente, como para no necesitar más encuentros. Y mi cuerpo recibió demasiado, como nunca antes, no fue suficiente con sus dedos, su cuerpo entero deseaba explorarme y fui objeto, materia disponible, insumo de laboratorio. La carrera séptima, frente al Planetario, ahí vi por última vez al explorador de mi anatomía. Lo espero cada noche, pido un café irlandés, salgo a la carrera cuarta, miro a cada lado y espero su abrazo, subo hasta El Chorro, quizás me demoré y decidió adelantarse, espero que arrebate mi cerveza y me despido borracha, hasta hoy no aparece. Dónde más te espero?

11 comentarios:

Kuroko dijo...

Me dió... U_U

Muy buena la historia...

Alejandro Serafín dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alejandro Serafín dijo...

Muy bonita historia, me encantón el simil polarizado entre la inspección médica en contra a la inspección apasionada.

Creo que hay una pequeña confusión entre las palabras espejo y espero... o no sé que haya pasado, pero al palabra espejo no figura en el cuento.

Jaime Diaz dijo...

Es tan bueno el cuento que no me di cuenta que no esta la palabra espejo... pero igual me ha gustado mucho.

Maya dijo...

Yo tampoco encontré la plabra espejo por ningún lado, pero bleeeh, me voy a poner a llorar U_U
Me gustó tu cuento cerebro.

Aretino dijo...

chevre las historias urbanas, parecen mas cerca de la realidad.

Al respecto de la palabra espejo - que debería aparecer en el relato - me parece que esta intrínseca en el paralelismo de las imágenes como dice AS, la inspección medica y la inspección apasionada.

Ahora, si releemos notaremos que la historia se salta los espacios, los tiempos, los todos, cuestión que la hace mas valedera y única.

K dijo...

me gustò las mujeres somos sabias cuando escribimos sobre el amor.
buen cuento, ¿ES REAL?.

OBSERVADOR dijo...

Dos experiencias límites narradas de manera desgarradora. Buento cuento y también me pregunto, ¿es real?

Anónimo dijo...

Y el espejo?

Anónimo dijo...

Aunque la palabra como tal no aparece.. en el salón de belleza suele haber por montones, jejeje...

Ojalá algún día decida no esperarlo más.

Saluditos

Wendy

Anónimo dijo...

Muy buena tu historia urbana. Tu o cualquier mortal la han vivido en algún lugar de este planeta.