26 jun 2007

Atardecer

Noche. Pasos en la noche. Pasos en la noche, en medio de la lluvia. Y es una lluvia menuda, irritante, una lluvia hecha para caer sólo sobre la ciudad, para empapar asfalto. Es lluvia ácida, porque corroe la noche, incluso las luces y su reflejo sobre el pavimento cubierto por la fina y brillante película de agua. Hay quienes dicen que la lluvia es bella. Nunca la han visto cayendo sobre la nieve sucia, corrupta, que al final del invierno se alcanza a acumular entre la cuneta y el andén. No han tenido que caminar tratando de impedir que los alcance la medianoche al tiempo que el destino - el propio y en los propios pasos el de otros - se abalanza para cerrarse sobre uno como un cepo del que se sabe, está envenenado y el veneno es de ira. Una pincelada, una gota de pintura, una gota de sangre. Ira. Ira en el color negro y en la forma como la gota se destroza al caer sobre la superficie blanca y fría como la mirada de los verdugos que cada día miran, armas en mano, armas blancas, ligeras, delgadas, cubiertas de signos, páginas cubiertas de elogios que son un código secreto. Un mensaje. Una orden que empuja a pintar, pintar, pintar. La noche avanza y se acerca a su clímax y la pintura traza caminos, senderos de ira sobre la pintura. “Genio”, claman las letras impresas sobre papel barnizado. “Más”, se lee entre líneas. Más. Las líneas no son suficientes: la ira deja caminos de manchas que confluyen en la muerte. El camino que van trazando las pisadas sobre el asfalto mojado termina en el bar, ante la barra, en un mensaje sin remitente. Esta noche será distinto. Aún no hay nombre, rostro, o dirección para poner al crimen. El mensaje me urge a regresar a mi sitio y esperar. El camino continúa entonces, devorándose a sí mismo hasta el punto de partida. Fuego dorado desciende por mi garganta y me obliga a tomar las herramientas de mi oficio y usarlas para buscar un escape. Abro una lata de pintura roja y trato, con ira, de reproducir la mancha que la sangre surgida de la herida causada por la bala dibujará sobre la camisa blanca oculta tras el smoking. La pintura gotea sobre la superficie. Son muchas heridas. Sonrío. Nunca suelo hacer más de un disparo. Con el arma. El revólver calibre 38, corto, cromado, puesto con reverencia sobre la pila de revistas. La sonrisa desaparece. Mi rostro me devuelve, desde la portada, señalada por el cañón del Colt, una sonrisa que ya no es. Mi mano dispersa algunas heridas y las vuelve atardecer. El teléfono. Ya hay un rostro, que un mensajero traerá en breve. El mensajero golpea. No tiene rostro. El único rostro que importa es el que está dentro del sobre que abro manchándolo con la sangre de las heridas que serán. La fotografía surge. Es un espejo.

10 comentarios:

Jaime Diaz dijo...

CLAP, CLAP, CLAP, CLAP...

Aretino dijo...

De esos trailers de una sola secuencia. sin cortes, sin disolvencias. Una historia en crescendo. Interesante propuesta.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el cuento.
Y me parece muy buena esta idea de agruparse para contar historias, me gustaría participar ¿será posible?.

Saludos

Maya dijo...

Me gusta este estilo de escritura, me gusta, me gusta, me gusta, te introduce en la escena y no te deja irte hasta que quedas satifescho. Me encanto.

Asthuriel dijo...

Acepto que en materia de lectura soy audiencia difícil, si algo no me atrapa en las primeras líneas, lo abandono sin ningun tipo de remordimiento.

Dicho esto, me bastó leer las tres primeras oraciones para enamorarme de este cuento. Vaya estilo. Mis mas sinceras felicitaciones, señor Mornatur.

Anónimo dijo...

Como siempre...es un gusto leerte...

Alejandro Serafín dijo...

Qué musicalidad tan hermosa, tiene un ritmo que te lleva palabra por palbara sin perder el aliento y un final sorprendente.

Iván R. Sánchez dijo...

Que buen relato, es toda una melodía, muy armonica, saludes!.

Ma. Magdalena Torres dijo...

¡Oye! ¿Es quizás a Borges? No sé, pero me recordó a un clásico, este cuento... Qué bueno encontrarte por aquí, Master Mornatur, con tu pluma deliciosa.

Anónimo dijo...

Me gusta el tinte gótico de la historia....

Saluditos Mornatur.

Wendy