20 may 2011

Lotería

(Este relato esta basado en una historia real)

Juancho tenia 63 años cuando se suicidó.
Pero contrario al suicida común, Juancho no se suicidó por una situación desesperada, ni por un desengaño amoroso. Juancho se suicidó porque se ganó la lotería solo una vez.
Esperen y les cuento.
Juancho era un tipo trabajador, se había casado cuando joven y había criado 3 hijos varones, los había educado y cada uno había tomado su camino como profesionales exitosos, mientras su mujer y el seguían con el negocio de repuestos para carros en la carrera 38, que les había generado una mediana prosperidad económica desde hacía ya 30 años.
Sin embargo Juancho siempre anheló con ver mas mundo del que había conocido, su dedicación al trabajo nunca le permitió cumplir el sueño de conocer su adorada (pero lejana) Cuba, de la que admiraba desde “El Che” hasta su Baseball, conocía por fotos todas sus bellas playas y soñaba con alguna vez amanecer en Varadero, en silencio deseaba una noche con una mulata cubana, después de bailar salsa en un viejo cuarto con ventanas abiertas y el calor de La Habana, para después de un orgasmo fumar esos puros que de vez en cuando tenía la fortuna de conseguir.
Añoraba ver un amanecer de la isla, con el ron de la tierra, con el sonido del mar.
Y a Juancho se le negaba todo esto, porque las cosas ya no eran como antes, porque a los 55 enviudó, porque se sentía muy viejo para endeudarse y no quería pedirle a sus hijos.
Sin embargo Juancho hacía algo todos los miércoles.
Juancho todos los miércoles compraba la lotería del Atlántico y realmente de tanto hacerlo, ya se había convertido mas en una costumbre y no aspiraba a ganársela, era mas bien una excusa para romper la monotonía de una vida simple.
Pero sucedió lo impensable, Juancho se ganó la lotería.
Lógicamente la felicidad fue grande, pero después se empezó a preocupar. El que tenía lo básico no sabía en que gastarse su dinero, pensó en regalarlo a sus hijos, pero estos se negaron y ellos que sabían de su deseo de ir a Cuba le dijeron que lo hiciera.
Juancho cerró su negocio un jueves en la tarde y así permaneció durante un año. El viaje era de un mes, pero pasaron los 30 días y no se supo de el, al siguiente mes sus hijos se empezaron a preocupar, pero 15 días después llegó una postal de Cuba con una foto Polaroid, en ella estaba Juancho con la sonrisa mas sincera de la humanidad, al lado una bella morena de veinte que le daba un beso, en el fondo se veía el inmenso sol cubano en un hermoso atardecer en el mar.
Pasó un año en el que Juancho sin explicaciones no volvió, mandaba pruebas de “supervivencia” decían sus hijos y solo el podía saber que estaba haciendo allá, pero en sus fotos sus ojos brillaban de una manera casi infantil, de esa manera en la que uno no puede evitar contagiarse con la mas sincera felicidad ajena.
Un día Juancho llamó a uno de sus hijos.
Le dijo que necesitaba que le prestara un dinero, desde hacía algunos días no tenía ni un centavo y había llegado el momento de volver. A los pocos días Juancho volvía a Barranquilla, pero cuentan los que lo vieron que no se parecía al de la foto, sus ojos apagados y su sonrisa falsa denotaban una gran tristeza.
Un día se reunió con sus amigos y empezó a tomar cerveza en una tienda, después de varias alguien se atrevió a preguntar por enésima vez la misma pregunta: “Aja Juancho, ¿que fue lo que te la pasaste haciendo en Cuba?”.
Juancho por única vez contestó: Siendo feliz. Y les contó. Les contó de los partidos de Baseball, les contó de las playas, les contó del Ron, les contó de la morena, les contó y mientras contaba sus ojos volvían a brillar, pero cuando terminó se volvió a apagar y les dijo: Yo ya no entiendo la vida, si no es en Cuba ya no quiero vivir.
Entonces los miro con la expresión que tiene un hombre decidido y les dijo: Voy a comprar la lotería, si no me la gano para volver a Cuba, me mato.
Se lo quedaron mirando unos segundos y luego soltaron la carcajada, porque tomaron todo como una chanza de borracho, pero Juancho, el de la chanza, no se rió.
Al siguiente miércoles nadie se acordaba del cuento de Juancho, cuando compró la lotería nadie prestó atención, sin embargo el viernes El Heraldo, en su sección de judiciales, tituló: Se suicida comerciante de repuestos.
Juancho había comprado el periódico el jueves y con calma había buscado el resultado, cuando descubrió que no tenía tanta suerte, se enfrentó a la vida que le quedaba, vacía y sola y con nostalgia derramó dos lagrimas pero sonrió.
Y es que si alguien le hubiera tomado una foto mientras ponía el viejo pero cuidado revolver 38 que rara vez habia disparado en su sien, habría visto que aquel brillo en sus ojos había vuelto.

10 may 2011

Trastorno Real

Después de muchos años ya no encontraba la diferencia entre un sueño y un recuerdo, su imaginación que cada día se tornaba más autónoma le regalaba imágenes vívidas que le hacían confundir sus sueños y su realidad, esta era la causa de su desconfianza cuando caminaba por la calle y alguien le sonreía, era alguien real intentando ser amable? o era otro personaje de sus sueños que buscaba perseguirle para acabar con su vida en un concurrido callejón?

No podía establecer si las marcas en su cuerpo eran producto de una noche de pasión o de haber caído por las escaleras, cuál de los dos eventos era real y cual era un recuerdo?

La canción infantil que sonaba en su cabeza era el recuerdo de su madre o era la canción que cantaba a sus hijos antes de dormir, eran sus hijos reales o parte de otro sueño?

Lo pensó muy bien, no se sabe si en sueños, en un recuerdo o en su realidad, pero tomó el teléfono y después de veinte minutos en línea tenía un compromiso y treinta y ocho minutos para llegar a tiempo.

Llegó a tiempo pero no le era claro si lo había hecho en sus sueños volando o después de una pelea con un taxista.

Dos horas después abrió la puerta, le bastó mirarse en el espejo de la sala de espera para saber que ahora todo era diferente, abrió su mano, desarrugó el papel y lo leyó una vez más, mientras una sonrisa de oscura satisfacción se dibujaba en su cara: Diagnóstico: trastorno afectivo bipolar con efectos tempranos de mal de Parkinson o posesión demoníaca.

27 abr 2011

Él la amó hasta el día en que se marchó.

Recuerdo la última vez que vi tus ojos.

-¡Dariela!- Gritaba para que pudieras escucharme desde el segundo piso.

Tú y tus melenas alborotadas por encima de tus hombros, de tantos colores ya no sé cuál es el natural.

-Uno, dos, tres, cuatro... ¿Cuántos panes piensas llevar?-
-Los necesarios para no morir de hambre.
-No mueres de hambre tú, pero sí media población del país.
-Jajaja.. ¡No inventes! Son poquitos. ¡No me guardes comida!- Así se fue tu voz y la puerta que tiraste para cerrar.

Aquella noche no dormí, pensándote; no dormí, llorándote; no dormí, odiándote y odiando cada palabra que no dijiste al marcharte, cada sentido que perdiste, porque los perdiste todos estando viva, incluso también cuando moriste. Y es que los panes sirven para los locos después de haber sido arrollada por un auto y la llamada que recibí sirvió solo para que dijera que no cerraran tus ojos hasta yo llegar.

Y así los vi, por última vez, confirmando el brillo que ya no está por falta de tu espíritu, y el color de tu cabello parecía igual al pavimento.

24 abr 2011

Preludio a "El Dinosaurio"

Cuando se durmió el dinosaurio no imaginaba que cuando despertara aun seguiría allí.

En forma de cuento.

Inextinguible, Eterno, Inmortal.


(Un pequeño homenaje al gran Augusto Monterroso, que mi hijo lee por estos días)

4 abr 2011

Perfect

Aquí estamos otra vez, frente a un vaso que en caso de estar medio vacío sería preferible llevarlo hasta el límite con vino, pero esta vez prefiero una cerveza.

Me cuentas tu historia, adornas tus palabras con una encantadora sonrisa e intentas que cuente algo sobre mi, pero te recuerdo que no es así como funciono, prefiero escuchar (háblame que tu voz me encanta sería el subtítulo de la escena ) y esperar que preguntes algo que motive una respuesta.

Te abstienes de darme más licor porque ya sabes que lo único que logra es hacerme dormir y entonces sonrío, siento que tomas mi mano de una forma muy suave  y encuentro esa mirada que siempre logra asustarme.

Esta vez no quiero jugar tener paciencia, esforzarme por comprender, me levanto de la mesa, doy las gracias por todo y busco la salida más cercana.

Me alcanzas en antes de tomar el taxi y me propones caminar, acepto, no sin antes recordarte el pensar muy bien lo que vas a decir.

Intentas tomar mi mano, tus intenciones son diezmadas por una mirada amenazante, así que inicia nuevamente la conversación que he tenido muchas veces, siempre con un interlocutor diferente.

Me preguntas ¿qué pasa?, aparentando inocencia (intentando olvidar que ten conté sobre este juego muchas veces).

Quería  iniciar ese monólogo que ya conozco de memoria en el que te explico una vez más que todo esto es  juego, que puedo pretender que me importas, interesarme por tu historia, disfrutar de tu voz al otro lado del teléfono, y querer estar ahí cuando el frío de la noche te golpee, pero al final lo único que pretendo obtener es la satisfacción de mi cuerpo.

Mi monólogo tarda en iniciar, así que te animas a responder tu propia pregunta, empiezas a justificar tus acciones y a venderte como el mejor producto del mercado, intentas crear un nosotros (perfecto según tu punto de vista) con todo lo que tenemos en común. 

El frío de la ciudad acaba con la somnolencia que me regaló el alcohol, así que te interrumpo y te recuerdo que puedes armar tu película pero que en ningún momento quiero ser parte de ella, te recuerdo también que todo lo bueno que ves en mi se debe a tus hormonas y que si miras un poco más te darás cuenta que el encanto que me atribuyes es solo parte del disfraz que puedo armarme para estar contigo y lograr mi propósito (hasta que lograras aburrirme como lo haces ahora), te diré que puedo disfrutarte y pasar mis noches en vela recorriendo rincones de tu cuerpo (y tu deliciosa mente) pero eso sucede porque no quiero tenerlas para siempre en mi vida, porque nunca he imaginado más allá de encuentros casuales contigo, y si lo piensas bien tú tampoco querrías alguien (con tantas manías) como yo en tu vida.

Es así como tu cara se llena de excusas que intentas creerte antes de intentar que cambie mi opinión, logro despedirme con un beso y te das cuenta que por creer en cuentos de hadas acabaste con algo que pudo ser perfecto.

25 mar 2011

Por fin

En silencio escarba el oscuro secreto de aquel pueblo maldito en medio del mar, lamenta entre muertos la decisión de seguir vivo y respira el ácido corrosivo que parece aire y que solo corrompe el alma.

Se sienta despacio en el viejo sillón rojo, mientras una sombra crece a su alrededor, muertos andantes tocan a su puerta, gemidos de seres inconcebibles le arden en sus odios, añorando el silencio, añorando el infierno que era su cotidianidad.
Cierra sus ojos pero solo ve mas aun, intenta gritar pero la oscuridad entra por su boca, corrupto y condenado sabe que no es un sueño, sabe que nunca va a despertar y que la sombra a su alrededor no lo va a dejar ir.

Y entonces balbucea las únicas palabras que recuerda: Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn

Entonces algo despierta y un chillido asusta incluso a quienes carecen de humanidad.

El sonríe, la muerte ha llegado por fin.

24 mar 2011

Alma en 140 caracteres

Despertó una mañana, con todas sus inseguridades a cuestas, con la urgente necesidad de descargar todos sus sueños en alguien en el que pudiera confiar, con la apremiante inminencia, que su vida no le da, de tener a alguien que lo quisiera escuchar.

Entonces suspiró y escribió en Twitter: Buenos días, anoche tuve un sueño extraño.

Y empezó a descargar su alma en 140 caracteres.

11 mar 2011

Historia de un Domingo gris.


Eran las 5:58 am y Walter se estaciona frente a la casa de Nadia. El frío descomunal no fue excusa para impedir que este par de ingenuos sellaran su cita con el deseo y la ternura. Mucho menos para que ella saliera antes de las 6:00 am a recibirlo.

Nadia salió de su casa muy abrigada para evitar enfermar y mientras tanto a Walter era invadido por el escozor de saberse pecando, aunque por ella bien valía la pena hacerlo. La hermosa morena que desde hacía años lo había cautivado con sus ojos de animal y su boca perfecta, aquel menudo cuerpo que podía desafiar algunos de los más influyentes hombres del país, había aceptado escaparse con él, para dejarse hacer el amor en algún lugar remoto en el que se habían prometido desinhibirse completamente.

Manejaron por algunas horas. El paisaje verde combinaba perfectamente con el día gris, que además estaba adornado por la vista de la laguna. Era exactamente como los dos lo habían imaginado, aunque ninguno de los dos supiera que habían imaginado el mismo paisaje.

Finalmente habían llegado a unas pequeñas cabañas en lo más alejado de las montañas. Disfrutarían de un baño termal juntos, lejos de todo el que les conocía y que pudiera juzgarles. Querían ser ellos y sus sentimientos, sin nadie que les recordara algún prejuicio tonto según el cual, no debían estar juntos.

Alquilaron una cabaña para dejar sus cosas mientras estaban ahí. Se pusieron sus respectivos trajes de baño y caminaron hasta la piscina para entrar juntos. Era curioso pensar que hasta el momento no habían cruzado ninguna mirada seductora o de lujuria. No habían besado aún sus labios. Solamente jugaban, se sonreían, se salpicaban mutuamente con el agua, se tomaban fotos. cantaron cada canción que sonó durante el viaje. Eran como un par de niños.

Luego de almorzar y quedarse un rato más en la piscina, llegaron las 3 pm. Decidieron que debían irse, porque en el mundo real, había muchas cosas que los esperaban. Entraron nuevamente a la cabaña. Mientras él tomaba una ducha, ella se encargó arreglar el poco equipaje que traian. Una vez terminó de asearse, fue el turno de ella en la ducha. Duró apenas lo necesario y salió arropada en una de aquellas batas blancas de hotel, al tiempo que secaba su negro cabello.

Se sentó en la cama y extendió su brazo derecho como para buscar algo. Entonces sintió las manos de Walter en sus rodillas, debajo de su bata. Se miraron fijamente. Había llegado el momento. El introdujo sus manos en la bata blanca hasta llegar a su cintura. Se detuvo. Luego subió por su vientre hasta sus senos. La tumbó en la cama y ella mientras tanto, se deshizo de su estorbosa bata blanca. Estaba asustada y excitada. Pensaba que él se había arrepentido de su propuesta. La verdad no hubiera importado, porque había disfrutado mucho de su compañía.

Los nervios lo invadieron como no sucedía hacía mucho tiempo. No podía cerrar sus ojos mientras la besaba. Ella tampoco. Decidió bajar a su entrepierna y mientras él bajaba y ponia su mano en su muslo derecho, ella colocó su mano derecha sobre la de él. Comenzó a mordisquear, besar y lamer su ingle. A veces se detenía y simplemente paseaba la nariz por su vagina. Notó que cuando lo hacía, ella se estremecía. Trató de mirarla, pero por la posición en la que estaban, no pudo. Pero su olor estaba desatando todos sus instintos. Quería devorarla con sus besos, sus lamidas, sus mordiscos y sus embestidas.

Nadia comenzó a pellizcarse los pezones. Con su otra mano, buscó la mano de su amante y entrecruzaron los dedos. Sintió que como comenzó a subir por todo su cuerpo con sus labios hasta encontrar nuevamente su boca, pero esta vez, mientras recibía sus besos, sintió como la penetraba. Un gemido escapó de su garganta. Como señal de querer que ese momento durara para siempre, enredó sus piernas en la espalda de su Walter y con su mano izquierda lo tomó de la nuca para ahora tomar el mando en el ritmo de los besos. Luego, en una maniobra que podría ser envidiada por cualquier artista marcial, logró ponerse sobre él. Ahora ella tenía el mando.

Una vez sometido, él solamente entrecruzó sus dedos con los de ella. Hizo que sus brazos le sirvieran a Nadia como apoyo, mientras ella jugueteaba con su cadera para mover su miembro dentro de su vagina. El compás de sus movimientos era delicioso y finalmente la agitación propia de los momentos previos al orgasmo femenino, comenzó a sentirse en toda la cabaña. Ella estaba disfrutando de su cuerpo, como probablemente ninguna otra mujer lo había hecho y en medio de la batalla que se libraba entre el pubis de ambos amantes, la garganta de Nadia emitió el sonido inconfundible de la satisfacción.

Aunque extasiada, Nadia tenía aún fuerzas para hacer que su amante alcanzara el clímax. Sin embargo, quería sentirse sometida. Se ubicó sobre sus cuatro extremidades, mientras Walter buscaba su propio orgasmo. Ante la imagen del cuerpo sometido de Nadia, se colocó sobre ella, puso una de sus manos en sus pechos mientras se apoyaba en su cadera. Walter no tardó mucho en gemir indicando que su orgasmo también había llegado. Había disfrutado de la mujer que tantas fantasías, desvelos y proyectos le había significado.

Tendidos sobre la cama se miraron fijamente mientras el resaltado color del iris de sus ojos transmitía el mensaje de cariño entre dos almas que ahora estaban más unidas que nunca. Pasadas varias horas, llegaron nuevamente al mundo real. El la dejó en su casa y condujo hasta la de él.

Eran las 10:58 de la mañana del día siguiente. Un hermoso sol brillaba en aquel pueblito primaveral. Walter esperaba ansiosamente en el altar a su prometida y tal como había sido siempre su costumbre, Nadia atravezó la puerta de la sinagoga antes de que se cumpliera la hora en punto. Todos los presentes creían que asistían a la consumación de un gran amor. Nadia Serge y Walter Hëgon sabían que su gran promesa de amor había sido sellada un 23 de abril, domingo gris de 1984, en una cabañita escondida en las montañas de su amada patria.

Pic: "She's my drug"por kainr

Soundtrack: Atomic - Blondie

6 mar 2011

Las dos hijas de doña Sofía

Doña Sofía tuvo dos hijas, dos hijas de un marido que nunca quiso. De su segundo marido para ser exactos. Y para la historia de una de sus hijas necesito primero contar un poco más de doña Sofía.

Hace alrededor de 70 años atrás, cuando doña Sofía aún no era doña, conoció y se casó con un señor mucho mayor que ella y para ese entonces tenía al rededor de 15 años. Tuvo su primer hijo, una niña bella, tez blanca, saludable y ojos relucientes, todo iba bien, a los dos años siguientes, doña Sofía, que aunque doña no parecía tuvo su segunda hija, otra niña hermosa, un poco más gordita, pero saludable.



Doña Sofía no vivía muy feliz con su realidad, porque aunque decía amar a su marido sospechaba siempre de él en sus viajes de trabajo donde alguna aventura podría tener, pobre doña Sofía, a medida que fue creciendo quiso deshacerse de esa vida, ese marido y esas hijas... Se inundaba la cabeza de los chismes de sus vecinas y se inundó tanto que terminó definitivamente con esa familia, así que agarró sus motetes y para resumir, dejó la niña mayor con sus padres y la menor se quedó con ella a vivir. Doña Sofía no era tan mala después de todo, aún así tenía sentimientos nobles aunque el mayor parte del tiempo era trabajo y trabajo para salir de una pobreza que le dejó el mal uso de la lotería mayor que ganaron sus padres.

Pero recuerden que ella amaba a su marido y ese fue el primero, así que de aquellas hijas no les diré la vida.



Pasaron varios años y doña Sofía conoció otro hombre, uno del que no supo mucho o tal vez por saber demasiado lo dejó, porque esa relación que tuvo con él poco duró.

Y ese señor fue su segundo marido, el padre de las niñas que nunca aceptó. Pero lo sorprendente de todo era lo mucho que se parecían a ella, por su nariz, su color de piel, sus rizos y aquellos ojitos negros de las dos; Aida es la mayor y después de tres años Yomaira nació.

No sé qué le pasaba a doña Sofía, tal vez no supo aceptar su pasado entonces pensaba arrancar de cero, casi literalmente, como si perdiendo su marido y escondiendo sus hijas recuperara su virginidad.
Entonces por Aida ser la mayor, les contaré de su tremenda historia en otro post.


*Basada en hechos reales. Los nombres han sido cambiados.
*motetes: Dicese del modismo colombo-costeño-barranquillero para referirse a las cosas de una persona cuando va a viajar, a mudarse o simplemente lo lleva cargado cuando sale a pasear. (morral, ropa empacada...)
 

3 mar 2011

Pensamiento

Quieres que te cuente como puedo llamar a mi mente retorcida cuando te encuentro en medio de algún pensamiento?
Puedo contarte quizás que mis pensamientos tu desnudez sigue siendo tu mejor arma
Puedo detallarte (ya que insistes) como quiero marcar tu cuerpo con algo más que sutiles caricias y que no pretendo que tus gritos lleven impresos mi nombre, con que grites para mi será suficiente.
Intentare acercarme a ti para contarte al oído como quiero retorcer tu mente y tu cuerpo,  te veré temblar, sonreír y mientras tanto consumiré el seductor olor de tu piel.
En mis pensamientos puedo romper tu piel con mis dientes y me pedirás (en medio de gritos ahogados) que no pare de hacerlo.
En mis pensamientos tu olor, tu sabor, la música, tu sudor, tu humedad, explotan en mis sentidos y puedes encontrar una y otra vez el punto de no retorno hacia mis alucinaciones.
En mis pensamientos tu cuerpo y el mio quieren doler, quieren placer y quieren permanecer en la línea que los une a los dos.
En mis pensamiento los lugares más oscuros están reservados para ti, para devorarte, poseerte y si fuera acaso posible pervertirte aún más.
En mis pensamientos me perteneces por ese instante en que tus sentidos se inundan, cuando el placer parece infinito, cuando quieres decir detente y te agarras de mi piel antes de volver a perderte.

En mis pensamientos.. es allí donde todo pasa, porque, ¿quién dijo que me interesa sentirte?

5 feb 2011

Una Sonrisa Carmín


Un día más había terminado, esta vez tomó el tiempo de pasar al baño para darse un retoque y luego hacer la fila para esperar el bus, sintonizó su emisora favorita y se acomodó los audífonos para evitar que los extraños le hablaran y le interrumpieran la tranquilidad de su mundo.

Daba gracias de que su ruta no estuviera tan congestionada y algunas veces contaba con la buena fortuna de poder escoger un puesto, así que con una rápida mirada recorrió el bus, detuvo su mirada en la silla de la esquina derecha (la que más salta, eso le gustaba, tal vez porque le recordaba esos paseos a caballo que hacía en su niñez), estaba ocupada y quien estaba allí sostenía tenía la mirada fija hacia ella, se sintió intimidada, se sintió insegura y rápidamente se sentó en la primera silla que encontró.
Le restó importancia al asunto pero al momento de bajar el bus le fue imposible no buscar de nuevo esa mirada, ya no estaba, se sintió bien y siguió su camino.
La situación se repitió por varias semanas y se había convertido en un juego de miradas electrizantes, un reto que siempre terminaba con una sonrisa. Las mañanas habían cambiado y tomaba más tiempo en seleccionar que ropa utilizar, se decía a si misma que era parte de la preparación para la guerra y todos los días antes de salir de su oficina se miraba al espejo prestando más atención a los detalles, en especial a sus labios, los cuales vestía de carmín y así resaltar su sonrisa en caso de perder. Encontró entonces que perder así era divertido, subía rápidamente al bus, respiraba profundo, buscaba esa mirada que la hacía sentirse insegura pero a la vez viva, que antes la sonrojaba pero que ahora la alentaba y por eso cada día para buscaba una silla más cercana a la esquina derecha y sentarse en ella, no sin antes hacer valer sus labios carmín.
Todos los días intentaba llenarse de valor y llegar hasta la última fila del bus, quería ver de cerca esa sonrisa, sonrisa que desde hace un tiempo había también se vestía de carmín y que esperaba oliera a menta, así como lo hacía la suya. Lo más lejos que había llegado uno de sus intentos la llevo a la esquina izquierda, a pesar de no haber nadie más en la última silla su timidez no le permitió acercarse un poco más, pero  desde allí podía ver más de lo que necesitaba, y se atrevió a pensar que el dulce olor que percibía provenía de su cuerpo, sin embargo su timidez no impedía que la devorara la mirada mientras trataba de disminuir su deseo con una sonrisa.  

Un nuevo día comenzaba y la osadía del día anterior la animaba a crear una oportunidad de decir un hola, que estaba segura la llevaría más lejos.
En la mañana sonó su teléfono, quería confirmar sus datos, había ganado un automóvil, solo necesitaba acercarse a las oficinas del supermercado, diligenciar unos documentos y llevarse su regalo.

Ese día salió más temprano de su oficina, tomó un taxi y desde entonces en la ciudad dos sonrisas dejaron de vestirse de carmín.

26 ene 2011

Lirio (1)

Era una casa pequeña.

Aunque para ser sincero, parecía pequeña. En realidad cuando entrabas parecía mucho mas amplia e iluminada.

Por fuera se veía oscura y lúgubre, supongo que esa era la intención de su dueña, pues los pocos “afortunados” que se atrevían a cruzar ese portal que siempre había chirriado desde nuevo (aunque nadie estaba seguro de aquella casa alguna vez hubiera sido nueva) no imaginaban que Carmenza tuviera la delicadeza de mantener su interior bien iluminado, caliente y ordenado.

Pero había una imagen que mantener y en la profesión de Carmenza esto era bien importante, sin ella tal vez el respeto se perdería y para una bruja, el respeto lo era todo.

Porque Carmenza estaba convencida que la brujería era un arte, como no, pero su máxima grandeza estaba en usarla cuando era necesaria.

Había traído niños y terneros al mundo durante décadas sin necesidad de usar un simple hechizo, había salvado cosechas, curado enfermedades y hasta lanzado maldiciones sin necesidad de media palabra arcana, solo con miradas fingidas y practicadas frente al espejo.

Solo en situaciones extremas había usado el arte y por eso Lirio no entendía porque estaba lavando platos sin usarlo.

La muchacha rubia y con ojos de esmeralda era muy linda, pero debajo de su piel curtida por el sol, ese cabello sin peinar y la ropa totalmente remendada era muy difícil darse cuenta.

- Fortalece el espíritu - Dijo Carmenza, como leyendo la mente de Lirio y ella reprimía las mas sencillas maldiciones que había aprendido, junto con aquellos hechizos que podían hacer los quehaceres domésticos mientras ella tendría la oportunidad de perder el tiempo en cualquier otra cosa.

- Ademas, espero que todo este limpio para cuando vuelva

Lirio, la aprendiz de bruja, se quedó quieta, olvidó lo mucho que le molestaba el lavar los platos y se quedó mirando a Carmenza que aspiraba a bocanadas un inmenso cigarrillo que olía a cacao.

Lirio no recordaba mas madre que a Carmenza, lógicamente no era su hija (las brujas muy rara vez tenían descendencia) y había aceptado como cierto el hecho de que un lobo la había dejado en la puerta de la casa y desde allí la había adoptado, pues a punta de golpes ya sabía que no debía cuestionar las verdades de su maestra.

- ¿Vas a ir también? – dijo Lirio con un nudo en la garganta

- No seré la única que no vaya – dijo Carmenza con la mirada perdida en sus pensamientos

- Ninguna que ha ido ha vuelto – contestó Lirio

- Pues tal vez yo si, tal vez yo no, pero la tierra se muere, la tierra esta atada al rey y este se muere, si no hay heredero la tierra sufrirá y no hablo de las guerras que seguramente llegarán, hay algo que tienes que entender – Carmenza hizo una pausa y la miro fijamente – La tierra es el rey y el rey es la tierra.

Lirio vio pasar una semana y una noche Carmenza le dijo que temprano al dia siguiente se iba.

- Pero todas las tardes sabrás si estoy bien, justo antes del anochecer donde quiera que estés un pájaro negro vendrá a visitarte, trinara solo una vez, si no lo oyes querrá decir que estoy en gran peligro, pero si no viene querrá decir que nada puedes hacer ya por mi, de cualquier manera no vayas a buscarme, esta tierra perdida en la montaña necesita de ti, sabes lo que debes saber y lo demás lo aprenderás sola.

Lirio no lloró, ya había olvidado que era eso, tragó su dolor y Carmenza lo supo, pero no la reprimió.

A la mañana siguiente Carmenza se fue cargada con poca ropa y su cayado negro, hacía un par de meses habían hecho el de Lirio que era gris y se despidió sin palabras cariñosas, solo indicaciones sobre el cuidado de la casa y de la gente del pueblo, pero cuando se iba con el sol a sus espaldas Carmenza la miró y para Lirio eso bastó, era la mirada de su madre, que la amaba, la quería y le dolía dejarla, ni un “te amo” hubiera remplazado aquel momento.

Ese día fue muy ocupado para Lirio, tuvo que ayudar a una vaca a parir y actuar como juez en una disputa entre familias por un cerdo, para ellos aquella muchacha no tenía la autoridad para decidir, pero Lirio era una buena aprendiz, escupió el suelo y los fulminó con una mirada, después de quedarse callados esperando alguna maldición aceptaron su palabra.

Ese atardecer esperó en la puerta y el pájaro apareció, parecía un cuervo común y corriente, ademas graznó de manera vulgar que Lirio pensó que era una broma. Pero no, no podía ser de otra forma con Carmenza.

Pasaron 3 semanas y Lirio empezó a acostumbrarse a estar sola y esperar la llegada del pájaro al anochecer, pero sucedió que un día el pájaro llegó y la miró con una mirada cargada de nostalgia.

Era la mirada de aquel día cuando Carmenza partió, intentó trinar pero no pudo, ningún sonido salió y de repente se echó a volar.

Lirio intentó llorar aquella noche, no pudo.

Tampoco pudo dormir.

(Continuara)

25 ene 2011

Tatiana

Tatiana era una mujer espectacular, como pocas existen en este planeta. La adoré en mis pensamientos más diáfanos y también en mis pensamientos más corruptos. Era imposible no hacerlo. Hermosa morena…

Tatiana tenía la valentía para hacer cosas que yo no podría hacer. Probablemente más disciplinada, estudiaba para administrar negocios en el extranjero y para conocer cómo el Derecho los regulaba. Morena, disciplinada y bella…

En las lejanas tierras neoleonesas, Tatiana comenzaba a vivir una experiencia fascinante en la vida de cualquier estudiante universitario. Había viajado miles de kilómetros para descubrirse como hispanoamericana frente a aquellos hispanoamericanos que parecen tan distintos. Estaba cerca de aprender que nuestras diferencias son apenas formales. Morena, disciplinada, bella y curiosa…

Quise hacerla mía, al igual que muchos otros hombres que no podían resistirse a sus profundos ojos oscuros que parecían pozos infinitos de ternura y lujuria mezcladas. La quise y quise quererla. Quise que me quisiera, o al menos, que quisiera quererme, pero la vanidad de los hombres me hizo explorar nuevos horizontes después del rechazo. Morena, disciplinada, bella, curiosa y deseada…

Hoy Tatiana está más lejos que nunca de mis deseos, mis angustias, mis palabras y mis ideas. Tatiana es ahora inalcanzable de manera tan triste, que la rabia y la confusión nublan mis pensamientos. Mi pensamiento está nublado como al parecer estaba aquella atmosfera regiomontana que no permitió a Tatiana ver la contundencia con la que la vida pretendía recordarnos a todos la fragilidad de la existencia. Morena, disciplinada, bella, curiosa, deseada y… Muerta.

(En memoria de Tatiana Castañeda Godoy).

Soundtrack: Promenade dans le jardin - La Belle et la Bete - Philip Glass

4 ene 2011

Tratarte y Maltratarte

Hoy podría hablarte de amor, de las mariposas que siento recorrer mi cuerpo, de las melodías que suenan en mi cabeza cuando pienso en ti, del olor de tu cuerpo y de los castillos que en mi mente construyo junto a ti, pero hoy quiero espiar mis demonios, confesarte que es posible que te ame de diferentes maneras, de diferentes sabores.

Quiero decirte por ejemplo que cuando no estás, en mi mente se dibuja tu cuerpo y puedo verlo devorado por cada uno de tus amantes del pasado y quiero correr, odiarte por cada delirio que no fue mio, arrancar tu cuerpo y amarte con furia dejando marcas en tu piel para que al marcharte las lleves contigo y sepas que siempre vas a pertenecerme.

Poder sentir que con solo una mirada puedes perdonar mis imperfecciones y ves en mi todo lo que necesitas, todo lo que quieres, poder así tratarte y maltratarte teniendo la certeza que no intentaras marcharte que depende de mi tu vida y que sin mi tú vida no tendría sentido.

Atarte a mi gustos, mis placeres, que mis deseos sean siempre tus ordenes y que te esclavices para satisfacer mis más ridículos antojos.

Mi lado oscuro, quiere herirte, hacerte daño una y mil veces más para encontrar la paz que perdió en el momento en que en contra de su voluntad se escapo un te amo.

21 dic 2010

Según nuestros tiempos

En el principio era caos, Claudio tenía su vida embolatada, entonces Claudio metió hojas de vida por todas partes y consiguió un trabajo, y vio él que esto era bueno.

Después de tanto tiempo solo, Claudio busco y busco y encontró una gran mujer llamada Clara, entonces con ella se casó y de tres polvos tuvieron sus tres hijos, y vieron él y Clara que esto era bueno.

Fermín, Raúl y Andrés, sus hijos, crecieron rodeados de un gran amor que le tenían él y ella... Entonces Claudio trabajaba duro para alimentarlos y mantenerles un hogar, Clara se esforzaba como madre y se dedicaba a darles todo lo que necesitaban.

Él y ella se dedicaron con tanta persistencia en mantener un hogar, enseñarles y educarlos y vieron ellos que todo esto era bueno.

Pasaron los años y Fermín y Andrés comenzaron a rodearse de "amigos", entonces salían a fiestas, fumaban, se drogaban, quisieron armar sus propias reglas y se olvidaban completamente de Claudio y de Clara. Ellos preocupados intentaban llamarlos, enviarles alguna señal, pero ninguna respondieron.

Raúl pasaba casi todas las noches insistiendole a Claudio y a Clara que tuvieran paciencia con ellos y que por favor los perdonara, pero Fermín jamás se disculpó y Andrés regresó llorando con ganas de cambiar.

Él y ella armaron una familia, quisieron todo lo bueno posible y siempre estuvieron allí para ellos....

Pero Fermín fue un mal hijo.
Andrés aprendió la lección.
Y Raúl prácticamente nunca vivió. 

17 dic 2010

Un hombre de buena fe II: In memoriam Carolus Magnus

(Click para leer la primera parte del cuento "Un hombre de buena fe")


Lo más irónico de la historia, es que la muerte realmente tenía razón. Nadie representa para ella más que un fulano más y eso lo había visto en seis ocasiones nuestro héroe durante el año que está por terminar. En especial dos de esas muertes fueron impactantes para él.

La primera vez, fue la muerte de su tío. Al menos la genética decía que lo era, aunque las relaciones hace rato habían probado lo contrario.

Carlos Sánchez era un hombre extraño dentro del contexto de su familia. Uno de aquellos individuos que a los ojos de sus víctimas eran la personificación del mal, pero que ante el espejo podían verse confiando en que eran hombres de buena fe. También tenían sus ambiciones, sus metas, pretendió alguna vez conquistar el mundo. Su esposa fue hermosa. Deseada por muchos. De aquel tipo de mujer que huele como la carne recién preparada para aquellos hombres que viven en una alerta permanente por encontrar mujeres que puedan llevar a la cama.

Seguramente Carlos pensó lo mismo cuando la vio por primera vez. Nuestro héroe al pensar en la situación llegó a preguntarse si en verdad Carlos alguna vez se había sentido como una buena persona o si alguna vez se sintió como una víctima. Si él era capaz de sentir alguna cosa buena.

El horror de sus últimos días, le fue contado a Divius por su otro tío, Matías. Al parecer, viejo y amargado, Carlos se había encerrado en el oficio que había aprendido tras haber sido despedido del único empleo que tuvo por robar a sus jefes. Y es que desde hacía varios años, Carlos había perfeccionado su técnica y conocimientos en la reparación de computadores. Murió por una falla al corazón. Un doloroso infarto que se desarrolló por lo menos durante 24 horas. O eso le dijeron.

Su hijo no quería asistir a su funeral. Carlos Mauricio decía, que él había sido su progenitor, más no su padre. Esta frase le fue dicha a Divius por su primo, cuando intentaba convencerle que asistir al funeral era un gesto de apoyo a su madre y no de honrar la memoria de su “progenitor”. Se la dijo aquella noche, mientras comía Chop Suey y veía novelas mediocres en televisión. Realmente no parecía afectarle. De alguna manera, era envidiable.

En efecto, Divius, aunque lloró amargamente cuando se encontró con su propio “progenitor”, en la sala de espera de la funeraria donde estaban preparando el cadáver de su tío, no lloraba por la muerte de él, sino por una idea abrumadora: pensó que nunca se enteraría del día de la muerte de su padre. Y que tampoco se enteraría de su muerte. Visto desde la perspectiva de un espectador en una sala de cine, la escena era simplemente demasiado trágica para no llorar amargamente, pues Divius, quería a su padre, aunque fuera consciente de que solamente fuera su “progenitor”.

La segunda muerte que estremeció a Divius, ocurrió la mañana del 17 de diciembre de 2010. Carlitos Figueroa, un hombre gentil – en la acepción de la palabra que comúnmente podemos encontrar en la Biblia – había fallecido después de más de una semana de haber sido hospitalizado. Las causas de su muerte se desconocen en el instante en que estas líneas fueron escritas. Sin embargo, las ideas no dejan de fluir en la mente de nuestro héroe.

Carlitos era de aquellos hombres para los cuales la ingeniería del alma era como la de una catedral gótica. Aunque podía ser inmensa, era bella. Y a pesar de su tamaño, nunca colapsó. O Divius nunca lo supo, pues en las pocas veces que compartió con él, siempre hubo generosidad.

De niño, Carlitos muchas veces se ofreció a colaborar con diligencias del pequeño Divius. Si era necesario ir al colegio, si era necesario ir a entregar un documento. Y cuando se trataba de visitarlo, las pocas veces que lo hizo, eran visitas realmente agradables. Llegó a su vida en el cambiante 1997, cuando la primera migración de nuestro héroe tuvo lugar, desde su pequeña burbuja provincial donde incluso el crimen es seguro, a la hostil capital. Una de las ciudades más caóticas y peligrosas del planeta.

Solía llamar a la casa para hablar con Carmencita, su abuela – aunque ella detestaba profundamente esa palabra. El los escuchaba hablar en voz baja por el teléfono, como si se tratara de dos quinceañeros que se están jurando amor. Era bonito, aunque nuestro héroe sintió celos más de una vez. Aún así era bonito.

Muchas veces le había invitado a visitarlo a la ciudad a la que se había mudado. El clima cálido era tentador, pero la angustia estúpida por no incomodar, sumada a la desgradable presencia del "progenitor" de nuestro héroe hicieron que nunca se materializara tal decisión. Se había aplazado como muchas que debían ser inaplazables, porque uno de los defectos que Divius nunca pudo corregir, fue la idea que siempre había suficiente tiempo para hacer las cosas, aunque la vida le hubiera demostrado que no existe suficiente tiempo para nada.

Un día antes de morir, Divius se enteró de la delicada situación de Carlitos. Su madre le había alertado al respecto y sin embargo, solo intento llamarlo una vez. No lo logró y después solo lo aplazó. Nuevamente.

La mañana de la muerte de Carlitos, Divius estaba quejándose de que no podría festejar con sus amigos si decidían que viajarían a visitarlo en su lecho de enfermo el día domingo y no el lunes. Luego de un arreglo con su madre, acordaron convencer a Carmencita de viajar el lunes a aquella calurosa ciudad. Pocos minutos después, su madre lo llamó para contarle que Carlitos había muerto. El sentido de todo plan había sido arrebatado en ese momento. Era inútil planear. La muerte había desvanecido las vida de otro hombre de buena fe, quien tal vez mereciera más el título que el propio Divius.

Carlitos había muerto. Y a Divius no le quedaba otra opción que la de aceptar que los buenos deseos, que las buenas acciones, no eran nada ante la muerte. Que probablemente nada tuviera sentido, porque la muerte se llevó tanto al mezquino como al bondadoso. Porque nadie sobrevive a su terrible sentencia.

Lo peor de todo es que lo único que Divius pudo hacer ante tal situación, fue robarle inspiración al suceso y escribir unas mediocres líneas tratando de hablar acerca de la finitud de los seres vivos. Todo para cumplir con un estándar absurdo y autoimpuesto, pues su texto aunque pueda ser del agrado de varios no lo es de él mismo, porque se nutre de la desgracia para lograr el reconocimiento.

Y así tendrá que continuar su camino conciente de una inefable verdad: la vida sigue, no importa la naturaleza de las circunstancias que vivamos y aunque decidiéramos nosotros mismos acabar con nuestra existencia, jamás escaparemos del inevitable paso del tiempo y todas sus consecuencias. Es responsabilidad nuestra no hacer nada útil con el que nos dieron. Nuestra y de nadie más.


Pic: "Some day, i'll bring you flowers, frozen flowers of death." by e³°°° licenciado bajo una Creative Commons CC. BY-2.0

Soundtrack: Maps - The Yeah Yeah Yeahs