23 sept 2011

El man que sabía oler


Me encantan las mujeres que huelen bien.
Decía una amiga muy especial que el mejor ejemplo de que yo era un perro era por mi capacidad de oler y recordar por ello. Y es cierto, yo recuerdo el olor de todas las mujeres con las que he estado, de hecho todas las mujeres huelen diferente así usen el mismo perfume y lo primero que hago al acercarme a una mujer que me gusta es oler. Si no huele bien puede ser hermosa, la mejor persona, cualquier cosa, pero para mi no funciona.
Sin embargo esto es simplemente un don menor al lado de un amigo con el que poco hablo hoy en día, pero en un pasado que se empieza a hacer lejano fuimos compañeros de parranda. No hubo fin de semana donde no saliéramos a ligar y emborracharnos. El don de mi amigo era mucho mas especial que el mio, el podía oler de verdad una mujer, el podía saber a que olía la entrepierna de una mujer solo con acercarse.
Es decir, el man sabía a que les olía la chucha.
Cuando me contó la primera vez yo pensé que era mamadera de gallo, pero con el tiempo me di cuenta que nunca fallaba. “Viejo Jaime, a esa vieja le huele a requesón” me dijo una vez y yo de porfiado corrí el riesgo y preciso, en el momento en que esa mujer abrió las piernas parece que se hubiera destapado el mejor queso francés y probablemente otros tipos eso no les importé, pero para mi, un obsesivo de los olores, la cosa fue mortal.
Entonces el man terminó convertido en mi catador de olores para poder decidir si llevar una mujer a la cama, pero lo cierto es que la mayoría de las mujeres son muy limpias y si bien la vagina no huele a rosas, el olor de una mujer excitada es algo especial. Sin embargo habían casos de casos: “Se acaba de hacer una ducha vaginal, hágale”, “Esa vieja acaba de tirar, si te quieres encontrar con la porquería de otro man, pues ahí todavía está”, “Huele hasta a rico, si no le hace usted, le hago yo”, “Gonorrea, marica, huele a algo tan ácido que debe ser gonorrea”, fueron algunos ejemplos de los consejos de amigo basados en su don.
Pero su mayor contribución la hizo una noche, en la que borrachos en algún bar de mala muerte que pululaban en aquel entonces en la Calle 79 pero que luego fueron cerrados por ser antros de perdición un poco inferiores a un prostíbulo yo me levanté un monumento de mujer a eso de las 3:00 AM, bailé con ella por una hora y aunque era de pocas palabras se notaba que quería cama, sin embargo fiel a mi costumbre ya adquirida le pedí a mi amigo que se acercará.
Mi sorpresa fue grande cuando me miró asustado, parece que se le hubiera aparecido un fantasma y salió del sitio, extrañado me quedé adentro pero cuando mi levante fue al baño salí a ver que pasaba, el tipo fumaba un cigarrillo y cuando me vio me arrastró a su carro, me hizo subir mientras yo protestaba, pero me subí porque nunca lo había notado así.
- Aja llave, ya me tienes asustado, ¿que es lo que pasa? – le pregunté algo molesto
- Compadre, ¿usted no ha notado nada raro en esa vieja? – le contesté yo
- No man, un poco callada y la verdad es que en ese ruido allá adentro tampoco es que se habla mucho, ¿pero que pasó?, ¿ cuéntame, a que le huele la chucha a la vieja? – dije yo
- Ese es el problema mi llave, a esa vieja no le huele la chucha a chucha, le huele a verga.
Durante unos 5 segundos mi cerebro embotado de alcohol procesó lo que me quería decir mi amigo.
- Prende el carro loco y acelera a toda mierda.
Fue lo único que alcancé a decir.

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