2 dic 2008

"Si yo hubiera..."

Iba caminando lentamente, casi contando mis pasos, pensando en todo y nada, iba divagando entre planes, deseos, rabias y frustraciones, el atardecer que se abría ante mi demostraba la magnificencia del mundo, pero mis ojos estaban cegados por el arrepentimiento.
Yo no podía hacer mas nada que desearla, que querer tenerla a mi lado. Sin embargo, había sido uno de esos amores prohibidos, uno de esos que te mantienen soñando de día y despierto en las noches, uno de esos que hace que respires con el corazón y no con los pulmones, uno de esos que bloque la mente y juega con ella. Y lo peor era que yo lo sabía. Y lo peor era que no me importaba.
La había visto por primera vez en el borde de un río, recogiendo flores, y me había hechizado su sonrisa, su boca, su pelo, su piel. Me había encantado la manera en la cual sus tersas manos acariciaban las flores y hubiera dado lo que fuera para ser una de esas flores.
Lo recuerdo claramente, estaba paralizado, atontado por lo impactante de su belleza, y no me molestaba, sentía que podía pasar el resto de la eternidad contemplándola. Con un repentino suspiro salí de mi mente y me decidí a hablarle, pero fue entonces que él llego, y la tomó entre sus brazos. El alma se me cayó a los pies y con una ultima esperanza corrí a casa de un amigo en busca, no de consejo, sino mas bien de que me dijera lo que yo deseaba oír, pero la crueldad del destino volvió a hacer presencia, y al oír esas palabras una lagrima se resbalo solitaria por mi mejilla. Nunca en mi vida la palabra "casada" había causado un efecto tan devastador, y jamás lo hará de nuevo. Entonces, en lugar de resignarse, mi mente se negó a aceptar la verdad y solo empeoro mi repentina obsesión por esa mujer. Día tras día y noche tras noche no hacia sino desearla entre mis brazos e imaginar que podíamos estar juntos.Hasta que por fin decidí hacer algo, y admito que no fue la mejor decisión que tome en mi vida. Espere a que anocheciera y caminé hacia su casa sin temor, pues la obsesión guiaba mi cuerpo. Viole la cerradura de su puerta, camine lentamente hacia su cocina, tome el cuchillo más filoso que pude hallar y subí las escaleras hacia su habitación. Allí estaba ella, dormida, tan hermosa como siempre, con su pelo negro y liso sus ojos cerrados que ocultaban un hermoso color negro que hacia juego con sus cabellos. Y su piel tersa y blanca cubierta por una suave bata de lino. Todo esto no hizo sino que el deseo de concluir mi misión aumentara, la quería para mi, y la única manera de lograrlo legítimamente estaba a unos pasos de distancia. Ahí estaba él acostado a su lado. Respiré profundo y comencé a caminar en su dirección, sin embargo, el destino persistía en mi contra y tropecé contra una mesa de noche. Produje un estrépito tan fuerte, que me pareció imposible que ocurriera normalmente. El se levanto rápidamente de la cama, al igual que ella, el miro el cuchillo que yo esgrimía en mi mano y corrió en mi dirección con la clara intención de quitármelo. Sin embargo, el destino tampoco estaba de su parte, y esta vez yo tuve suerte. Clavé el cuchillo en la parte superior de su estomago. El me miro fijamente, y luego a su esposa, mientras intentaba en vano articular la palabra: "corre". En ese momento yo no comprendía del todo lo que estaba haciendo, como ya he dicho, era la obsesión que controlaba mi cuerpo. El hombre cayo de espaldas al suelo, moribundo, y cuando yo me disponía a darle el golpe de gracia, el destino dio la estocada final en mi contra, ella se atravesó entre mi arma y su amado esposo, solo entonces y de la manera mas cruel imaginable entendí el amor que sentían el uno por el otro y entendí que nada de lo que yo hiciera o hubiera hecho hubiera bastado para que ella fuera mía. El golpe que le propine fue mortal, y justo en ese momento, la obsesión me abandono y mi mente fue capaz de controlar sus cinco sentidos, pero también fue capaz de sentir el dolor de lo que había hecho, la tomé entre mis brazos, pero ya nada de vida quedaba en ella. Y mi dolor fue tan grande que la única salida que encontré estaba empuñada en mi mano. Con un movimiento rápido y sin dudarlo ni un segundo deslicé ese cuchillo de un lado a otro de mi cuello. Con mis ultimo retaso de conciencia pedí perdón por lo que había hecho. Sin embargo aun estoy aquí, encadenado a la tierra, condenado día a día a amarla sin poder tenerla, condenado a sentir el dolor. Condenado a pensar simplemente: "si yo hubiera"...

PD:este es una historia que publiqué en mi blog hace un tiempo, espero que les guste, comenten si les gustó o no, para saber. saludos ^^.

3 comentarios:

Jaime Diaz dijo...

Interesante historia, macabra, como me gustan... pero me parece que deberias prestarle mas atención a la puntuación, donde hay puntos seguidos deberian ir aparte, el final se ve muy precipitado pero por eso, por la puntuación.

Khérzad dijo...

okey, gracias por el consejo, chevere que te haya gustado, y si, siempre he sabido que tengo que trabajar en la puntuacion ^^

Iván R. Sánchez dijo...

A mi me gustó, pero falto aparte de puntuación, orden y separar los parrafos; la historia tiene contexto, aunque las figuras son un poco sobreusadas; igual, cumple con su trabajo y es una buena historia.