11 nov 2008

Uno mas de ellos.

(Me dicen que este cuento ha sido plagiado por un pseudo escritor fanatico de Tolkien peruano, nunca lo publique en este blog, pero si ha salido en varias listas de correo y paginas dedicadas a la Tierra Media, pues ahí se los dejo)



El miro el limpio cielo estrellado antes de morir, suspiro y volteo para ver de nuevo a aquel ser, quien se acercaba con una mano en la boca, asombrada, casi aterrorizada ante su presencia, de repente un elfo la detuvo y ella lo abrazo, el elfo llevaba un arco en su mano, era el arco que había disparado la flecha que ahora le había atravesado la garganta, que le hacia escupir sangre y aguantar ese dolor, un dolor no tan grande como para los que ya había soportado, pero si diferente, era el dolor de quien sabe la muerte cercana e inevitable. El elfo y la doncella se acercaron, se sintió avergonzado ante su fealdad, miro sus manos, sus espantosas manos y luego vio las de la pareja y recordó.....


Recordó verdes prados frente a un hermoso lago que reflejaba las luces de las estrellas que brillaban mas fuerte que nunca, en días de inocencia plagados de la felicidad que solo esta puede darle a quienes contemplan la mas hermosa creación de Eru, Ea. Vio de nuevo sus bellas manos recogiendo flores nocturnas para llevárselas a su doncella, la mas bella de todas y recordó su brillante sonrisa y sus hermosos cantos. Fueron días hermosos que había creído olvidar después de tanto dolor, con lagrimas borro sus momentos mas felices, lagrimas que jamás pensó derramar.

Pero el mal llego y ellos en su inocencia quisieron combatirle, y poco pudieron hacer, entonces llego el caballero que les propuso ir a mas allá del mar, donde vivirían lejos de la sombra que les acechaba, mas el no confió, no quería abandonar sus prados, su lago, sus flores. Entonces la doncella decidió ir con los que partían y el no tuvo mas remedio, su amor por ella era mas grande que el amor por la tierra, pero quiso llevarse algo de recuerdo y se alejo en busca de flores, pronto se hallo solo cuando sintió un dolor en su nuca, el primero y se sumió en oscuridad, la cual nunca le abandonaría ya mas.

Lo despertó el hambre, mas no veía nada, se encontraba encerrado en una pequeña habitación donde apenas podía acostarse y no podía permanecer de pie, un olor nauseabundo le causo nauseas y el terror se apodero de el, pensó que había sido enterrado vivo y empezó a gritar y a golpear las paredes, destrozo su manos para siempre, pero nadie respondió, luego de un rato cuando no pudo seguir gritando y solo su respiración le hacia compañía le pareció escuchar algo, una risa.

Y sin embargo confió, confió en sus amigos, ellos jamás le abandonarían en ese lugar y esa confianza le hizo permanecer cuerdo

Pasaron largo rato sin comer y sin beber, estaba convencido que había sido sepultado en vida cuando alguien abrió una loza que tapaba su calabozo, una antorcha le cegó y dos inmensas garras le jalaron fuera del lugar, un ser de largos brazos y espantosa figura le arrastro por el piso y el, débil como estaba no pudo defenderse, pensó que su hora había llegado, para su desgracia no fue así.

Y aun allí su esperanza continuo... su pueblo le salvaría tarde o temprano

A medida que avanzaba por un pasillo empezó a oír voces que provenían de calabozos (o tumbas, pensó) en las paredes, algunos eran gritos desgarrados, otros lamentos profundos, pero a medida que se acercaba oía mas los primeros, y aun peor, eran aullidos que helaban la sangre, aullidos de dolor que el no alcanzaba imaginar, pero que pronto los emitiría.

Una puerta se abrió y una inmensa sala se abrió ante sus ojos, lo levantaron del piso de sus largos cabellos y lo lanzaron a un rincón junto con otros elfos, estos balbuceaban y escupían espuma por la boca, el terror se empezó a apoderar de el, de repente un ser maligno y oscuro se acerco, era inmenso, sombra y fuego se conjugaban y sus ojos brillantes demostraban sevicia infinita, el ser sonrió y pronuncio palabras inmundas en la lengua impronunciable, en ese momento no entendió, luego lo haría.

Fue levantado por dos Trolls y así pudo observar bien la sala, estaba llena de maquinas de torturas indescriptibles que arrancaban terribles gritos de dolor, deformaban el cuerpo y la mente, algunos incluso no gritaban, solo sus ojos demostraban el dolor que sentían, y otros ni siquiera eso, mostraban furia, odio y demencia, pero apenas eran elfos... se parecían al ser que le había sacado de la celda. Pero su esperanza siguió viva.

Describir su dolor es imposible, pero si se ha de decir que era tal que el tiempo se le eternizo, un suspiro era un vida entera y grito, desgarro su garganta hasta quedar sin voz, luego su mente empezó a fallar y su cuerpo a cambiar.

No podría decirse cuando su esperanza murió, talvez no fue así, talvez esa se convirtió en su odio, el ser de fuego y sombras se le acerco y como leyendo su mente le dijo en su idioma “te han abandonado, se han ido lejos en busca de la luz del Oeste y te han dejado con tu sufrimiento”. Y juro venganza.

Y el dolor desapareció, lo soltaron y como una bestia domesticada obedeció a sus torturadores, el temor y el odio lo convirtieron en un animal. Pronto conoció el nombre de su raza. Orco.

Combatió fieramente en todas las batallas antiguas y asesino cruelmente a todo ser que su camino cruzase y pronto olvido quien era y su origen, solo recordaba a su amo y su odio mas no sus motivos.

Y allí estaba ahora, agonizando. Había salido a patrullar las fronteras del reino de Doriath, aquel que no podían conquistar y habían sido emboscados por un grupo de arqueros elficos, uno de ellos era el que ahora veía, sonrió y de algún lugar surgió el recuerdo de una esperanza en su raza, su verdadera raza, la cual se cumplía ahora, pues ahora cuando sentía cerca la muerte se sintió feliz pues se vio libre de nuevo como cuando recorría los verdes campos a la luz de las estrellas.

Beleg Arco Firme se acerco al orco que acababa de morir por sus temidas flechas mientras acechaba una doncella de Doriath, de repente vio en el algo que le sorprendió... sonreía.


La primera voz observo al recién llegado a sus estancias oscuras

- Uno mas de ellos – exclamo
- Si, pero este es especial – contesto una segunda voz algo femenina
- Y que tiene de especial? – pregunto la primera
- Recordó – contesto la segunda

La primera voz permaneció en silencio y observo al ser
- Solo veo maldad y negrura, crees que merece el perdón? – pregunto
- Si, pero sus culpas deben ser expurgadas – contesto la segunda voz
- A veces eres muy condescendientes, ves bondad en donde mas oscuro es – dijo la primera voz
- Y puede ser que eso sea bueno, si muchos de nosotros lo hubiéramos hecho contaríamos otra historia hoy – replico la segunda

La primera voz permaneció callada.

El orco miro sus manos en la tenue y misteriosa luz de la inmensa estancia y noto que sus cicatrices empezaban a cerrarse, sus manos volvían a ser las de antes.

Una inmensa puerta se abrió con gran estrépito despertando al Orco de sus pensamientos y de ella surgió una luz dorada, momentáneamente le cegó, luego se dirigió hacia ella atravesando la puerta la cual se cerro a su paso.

- Bueno, sus culpas serán sanadas – dijo la primera voz

La segunda voz sonrió.



Túrin Turambar
Jaime Díaz Uribe
Marzo 13 del 2002

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