27 ago 2009

Las mentiras habituales

Un desayuno sin ganas y la mirada de ella en silencio se repite y se repite.

El sabe que ella quiere algo y no se atreve a preguntar, tal vez sospeche de aquella rubia del trabajo con la que esta teniendo el mejor sexo de su vida, tal vez quiera un bolso nuevo, tal vez le quiera decir que aun lo ama. Pero su alma llena de decepción y aquella cosa que aun siente muy dentro de si no le ayuda a enfrentar su mirada, así que decide soportar mejor el silencio.

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La rubia se empieza a cambiar y aun jadea, tiene que irse a otro lado. El esta saciado de ganas y solo atina a mirar un techo que no dice nada, trata de poner su mente en blanco, pero la imagen de una familia sonriente que le saluda desde lejos no lo deja. Se siente vacío, en sus testículos y su alma.

La rubia dice algo, pero el no entiende, el no quiere y le contesta que si, no se dio cuenta que ella pregunto: ¿Me amas?

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Se sienta en su oficina y cierra con seguro, debe presentar un informe, pero antes le gustaría escribir algo, pero no sabe que, tal vez una historia de amor, tal vez una nota de suicidio, pero no tiene valor para ninguna de las dos.

Entonces se acuerda que tiene que dar una charla a sus vendedores a las 4:00 PM, saca de su corazón las mejores mentiras motivacionales, sonríe, abre la ventana y lleno de toda la falsedad que puede fingir se pone a escribir.

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Llega a su casa, abraza a sus hijos, su esposa lo besa con cariño, mira el recibo de la tarjeta de crédito que llegó hoy, el recibo de la luz que hay que pagar mañana y le dan la razón de que mañana es el ultimo día para pagar la cuota del carro atrasada.

Prende la TV pero su mente esta en otro lado, su esposa quiere sexo y el quiere un revolver en su cabeza, respira profundo y complace sin ganas a su esposa.

Tiene un orgasmo vacío y se hace el dormido, quiere bañarse pero no se decide, quiere matarse y no es capaz, quiere dejar las mentiras habituales, pero ya es muy tarde para intentar ser sincero, para ser feliz, para tener otra vida.

Decide mejor mirar el techo.

20 ago 2009

Las chicas malas van a Monaco

Alguna vez escuché que las chicas buenas iban al cielo, pero que las malas iban a donde les daba la gana.

Y si, las chicas buenas generalmente terminan su carrera juiciosas, se hacen profesionales bien pagas, cumplen sus sueños laborales, pagan sus cosas y se hacen independientes, eventualmente conseguirán un buen hombre (a veces con mucho trabajo y tarde), de esos buenos profesionales, que llegan temprano a su casa y cuyo mejor plan es ver comedias románticas y las repeticiones de Friends arrunchado con su novia en la cama.

Al final ellos llevaran una vida plena, con hipoteca del apartamento, préstamo del carro, tendrán unos dos hijos y les darán la mejor educación que sus sueldos puedan pagar.

Hasta que alguno de los dos se de cuenta que malgastó su vida en todo eso, pero eso es otra historia.

Lo cierto es que en cambio las chicas malas van donde les da la gana... incluso a Monaco.

Sheyla era una chica mala.

La conocí en algún bar de esos donde uno iba a ligar lo que se apareciera en Barranquilla, de los que quedaban en la 79 y que lastimosamente cerraron, dejandonos sin sitio de pecado y perdición los fines de semana.

Delgada, rubia teñida, con un culo precioso y con unas tetas que soñaban con crecer a punta de silicona. Le faltaba clase, pero le sobraba ambición y ganas de tirar.

En seguida me di cuenta de era de las que corría riesgos, disfrutaba el sexo pero en el proceso le gustaban los beneficios económicos que el traía, era una perra vendiendo su culo, pero era conciente de ello y aun sin ser descarada, tampoco lo ocultaba.

Lógico que hubo mucho sexo con Sheyla, del bueno, del cochino, y era buena en ello. También pague por el, definitivamente no me cobraba al terminar como cualquier puta callejera, pero tenia que pagar sus rumbas ocasionalmente y sacarla de uno que otro apuro con un "préstamo" que me iba a pagar apenas le cayera una platica.

Sin embargo Sheyla sabia que yo no era millonario y con el tiempo se fue asincerando y me contó que ella no le importaba no haber estudiado un carajo, tenia un señor casado que le pagaba su apartamento y ciertos lujos que se daba, que el tipo no era desagradable y le dejaba hacer lo que ella quisiera. Con el tiempo, con mas sinceridad, me contó que su numero de amantes no eramos solo dos, esta mujer era promiscua de verdad y obtenía placer y dinero a través de todos nosotros, soñaba con tener sexo grupal y le aterrorizaba envejecer.

Sheyla y yo fuimos amantes durante un año o mas, pero llegamos también a ser amigos, luego se fue a Panamá y perdí su rastro.

Ayer me tomaba unas cervezas en un sitio en la San Martín de Cartagena y de repente se me acercó una mujer embarazada. Era Sheyla.

Me contó que regresó de Panamá y se instaló en Cartagena hace cosa de un año, aquí siguió en las mismas hasta que conoció un Europeo que administraba un Casino en el Principado de Montecarlo.

Hasta un chica libertina, una perra consumada, una zorra en su mas amplia palabra, sabría que ya se acercan los 30 y que no hay que dejar pasar una mina de oro. En Octubre del año pasado, la niña que vivía en el barrio Simón Bolívar de Barranquilla se casaba mejor que muchas del norte de la ciudad. Ceremonia en la Santo Toribio, fiesta en el Santa Clara... en fin, con todos los juguetes que los euros de su feliz y orgulloso esposo podían comprar.

Me dijo que hoy viajaba a Montecarlo, allá, donde solo viven los millonarios de verdad a verdad, a tener a su hijo para que fuera Monegazco y entonces le pregunte abiertamente si la maternidad y haberse casado le habían cambiado su manera de vivir.

Y vi esa sonrisa nuevamente, estuvo a punto de mentir, se lo pensó y me dijo: Perro viejo no aprende maña nueva.

Solo se le olvido cambiar el genero, no es perro, es perra.

(Me encantan estas historias, con principe azul y finales felices, pero especialmente si incluyen princesas peliteñidas perversas y ninguna moraleja)

15 ago 2009

Te olvidé

En pleno Festival de Orquestas de un lunes de Carnaval en Barranquilla estoy sentado sobre la grama, borracho y alegre, borracho y viendo que la noche consume lo poco que falta de felicidad de estos cuatro días.

Ahí, en el momento turbio que el ron hace sus efectos se acerca una preciosa dama, de cabellos mojados y maizena pegada en sus orejas. "Perfecta", pienso y ella canta algo, me mira a mi y entonces intento conectar el cerebro, escucho:

Y si yo te preguntaba
El porque no me querías
Tu sin contestarme nada
Solamente te reías
Destrozando mi ilusión

Te pedí que vinieras a mi lado
Y en vano tantas veces te rogué
Que por haberme de tu burla ya curado
Te olvidé, te olvidé, te olvidé, te olvidé, te olvidé



Ella entonces me lanza en la cara la cerveza que tiene en su mano y me dice: Ahí te la dedico gran hijueputa.

Entonces da media vuelta y yo reaccionando la alcanzo y le pregunto: Muchas gracias, ¿pero cual es tu nombre?

En realidad yo nunca la recordé.

12 ago 2009

Cambiar

Entre tantas desdichas y avatares alguien le recomendó que debía cambiar.

Entonces cambió de carro y de camisa, de zapatos y restaurante, de peinado y de perfume.

Pero los sueños no cambiaron, pero las desilusiones fueron las mismas.

Entonces cambió de palabras y modos, de gustos y colores, de odios y amores.

Pero los sueños siguieron siendo los mismos y las desilusiones iguales.

Entonces cambió de espíritu y corazón, vendió su alma por un par de cervezas a un comerciante extranjero y emprendió caminos perdidos que siempre supo encontrar, repartió dolores que siempre le fueron ajenos, estableció hogares pasajeros y siempre dejó ilusiones rotas, pero siempre de los demás, ninguna propia, ninguna que le lastimara de verdad.

Se debatió entre curvas, volvió a recorrer los mismos laberintos, repartió besos y sin sabores, sexo y pasiones efimeras, se cansó y descansó, se cansó y se volvió a cansar.

Y de repente se encontró en una casa que no supo asimilar. Allí, cuando la soledad lo empezó a consumir descubrió que esa era la casa abandonada de aquel extranjero y cuando abrió el armario la encontró.

Allí estaba su alma.

Estaba con sus sueños y desilusiones, con su espíritu y corazón.